En llegando a la venta
dije al ventero
que me diese una moza
por mi dinero.
Y el ventero responde,
casi enojado:
«Tome esa moza y cama
por un ducado».
Respondí: «Bueno es eso
—algo corrido—,
que en Madrid las como esas
van a cuartillo.
—Bellaco, ladronazo,
no cae en la cuenta;
que en Madrid todo sobra
y aquí es venta.
—No repare en eso,
muéstreselas acá,
que, chicas con grandes,
se las pago a real.
—¡Voto a tal! Que no puedo,
que un fraile estuvo
en la venta, y peores
las pagó a escudo.
—Sin duda que el frailazo
no era muy carnal;
yo pondré que las come
sin grano de sal».
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