Escuchadme, cortesanas

Escuchadme, cortesanas,
las del gusto e interés;
que se arremanga mi musa
a escribiros un papel.
Después de haber más de un año
que lidié con un francés,
gran soldado de a caballo,
aunque yo le traje a pie,
en los postreros encuentros
mi lanza rompió con él,
por ser tan flaco el arnés.
A ventana señalada,
después de aquesto jugué,
hasta que, haciendo falquetas,
el taco español quebré.
Desde entonces hasta agora
jamás a jugar torné,
ni acerté a tener emboque
como los que solía hacer.
No he podido alzar cabeza,
a causa, dicen que es,
porque en otro tiempo alegre
tan a menudo la alcé.
He perdido mil partidos,
y para no los perder,
determiné entrar en prensa
para acabar de una vez.
La figura que ahora tengo
es muy justo que escuchéis,
pues por una causa aciaga
me he vuelto atún desde ayer.
Primeramente me ponen
cosido como en fardel,
y en hacer matachines,
sano de manos y pies.
Amortájame una vieja
cada mañana a las seis,
que solo como tortuga
el hocico se me ve.
Danme el agua de la planta
en que habló Dios con Moisés;
mas que por este milagro,
por haberla menester;
y luego obra de tal suerte,
que me vuelve sin querer
de clara de huevo fresco,
de la cabeza a los pies.
Guardo los ritos moriscos,
y de zancarrón la ley,
comiendo pasa y almendra,
como si estuviera en Fez.
Sin haber visto a Sevilla
ni llegado a Santander,
de bizcochos me apercibo
para navegar un mes.
Va bogando mi navío,
sino que boga al revés;
que otros están sobre el agua,
y el agua está dentro d[e] él.
El zángano que llevaba
a vuestras colmenas miel,
mas agua destila agora
que desde el anzuelo el pez.
Y si el zumo de las nubes
tanto el mundo ha menester,
puede llevar a Castilla
la que destila mi nuez.
En la nariz hay misterio,
pues mirándola, veréis
trasformada en alquitara
la que trampa solía ser.
Esta es, reinas, mi tarea;
que si d[e] ella salgo bien,
dejará de andar mi rostro
como salchichón inglés.
Si de esta escapo con pluma,
no más damas de interés,
que dan mate con caballos
al que juega en su ajedrez.
Alón, que pinta la uva,
mudando de parecer;
mejor es andar siete años
como Jacob tras Raquel.
Yo finco para serviros,
vuelto escabeche el laurel,
con menos luz que en el limbo,
entre pared y pared.
Ceso, porque siento luz
por lo roto del dosel,
y entra la señora Hernández
a ejercitar su vejez.

2019-10-06T10:04:46+00:00

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