Escúcheme, reina mía,
así Dios le dé salud,
le cantaré una letrilla
en templando mi laúd.
Quiero, señora, que entienda
que en mi tierna juventud
me doy, no a vicios como otros,
sino a seguir la virtud.
Muy de ordinario mi canto
comienza en re, sol, re, vt*,
teniendo siempre tres puntas,
la llave de fefaud.
Ese es mi entretenimiento,
y será hasta el ataúd,
porque enderezo mis obras
por un extremado azud.
En pie estaré aunque me canse,
sino préstame un almud,
que aquí la letra comienza
conforme a su senectud.
Recordedes niña
con el albore
oiredes el canto
del ruiseñore.
Non finqueis dormida
hembra enamorada,
pues el alborada
a amar vos comnvida.
Pues sois tan garrida,
salí al balcone,
oiredes el canto
del ruiseñore.
Poned vos señora
el vuestro briale,
que cuido que iguale
en gracia al aurora.
Fincad a la hora
en el corredore,
oiredes el canto del ruiseñore.
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