Estábase fray Pero
sentadito al sol,
con las manos puestas
y afuera el cordón ;
miróle las damas
desde el corredor :
– ¿Qué es eso, fray Pero?
¿Qué es eso, señor?
¿Qué es eso que asoma
por el pantalón?
– Eso son las balas
de la munición ;
ésa es la escopeta
con que cargo yo.
– Suba usté, fray Pero:
suba usté, señor.
– No puedo, señora;
no puedo, por Dios:
que pa tantas damas
no hay abastición.
Quiso, que no quiso,
arriba subió;
con agua de rosas
laváronselo,
con toallas de holanda
secáronselo
y en un pesito de oro
pesáronselo,
y ciento veinte libras
y más un cuarterón.
Y a la media noche
la arquita reventó :
a ciento y a veinte damas
a todas empreñó ;
menos la cocinera
que se le olvidó.
– Gracias, gracias, fray Pero,
que para mí faltó.
– No faltó, señora,
que aquí lo traigo yo.
Y entre los anafes,
ahí se la empuxó,
de la fortaleza
la paré cayó;
con pluma de gallina
la paré enfermó.
Y a los nueve meses
todas parieron ;
todas paren niñas,
la cocinera varón.
Ciento veinte cunas,
todas en un corredor ;
menos la de la cocinera,
que en el techo la colgó.
Cordón del frailecico,
¡ay, qué rico cordón!
Deja tu comentario