A UNA RELIGIOSA FRANCISCA QUE CANTÓ UNA LETRA CON PRIMOR
Jacinta, ayer te escuché;
y tan puntual vi que obraste
que, en una letra, pagaste
cuanta atención te presté.
Arrebatado, admiré
dulce uno y otro primor,
pero el prodigio mayor
(del que aún hoy me maravillo)
es que, andando de pardillo,
cantes como ruiseñor.
De cualquier diestro compás
pendientes a todos tienes,
y al aire mismo detienes
con una voz que le das.
Mas si tú sola haces más
que la tropa religiosa,
sal al campo, belicosa,
y enmienda nuestra fortuna,
ya que, sin tropa ninguna,
sabes quedar victoriosa.
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