LETRILLA
Levanteme e hice colada:
que no hay tal andar
como andar remangada.
Alzárame mi faldeo,
por andar con más limpieza,
mientras que se me adereza
la lejía que deseo;
cuando no me cato,
veo en el suelo mi çernada:
que no hay tal andar
como andar remangada.
Tengo por bien de ir al río,
porque se tienda mi ropa,
y le dé el viento en popa
aunque haga mayor frío;
ansí ya y todo lo mío
hicimos esta jornada:
que no hay tal andar
como andar remangada.
Ansí, llegando a la puente,
echo el ojo al tendedero,
porque me tienda primero
antes que llegue la gente;
porque es gran inconviniente
el ser de naide notada:
que no hay tal andar
como andar remangada.
Una cosa es de gran risa:
verme pedir el artesa,
que como andaba de prisa
se me mojó la camisa;
y al echar de la çeniza
por poco fuera abrasada:
que no hay tal andar
como andar remangada.
Yo que estaba muy contenta
de verlo todo acabado,
se levantó un nublado
de tempestad y tormenta.
Y yo que no tuve cuenta,
descargó su rociada:
que no hay tal andar
como andar remangada.
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