Nos el muy alto Cupido

CONCILIO DE LOS GALANES Y CORTESANAS DE ROMA, INVOCADO POR CUPIDO. COMPUESTO POR BARTHOLOMÉ DE TORRES NAHARRO
Muy altos Señores y muy poderosas Señoras.
Bien veo que entre dos grandes fuegos me meto por serviros. Pero mayor cobardía ha sido la de tantos galanes y tan discretos como en esta romana corte se hallan, dejar para mis flacas fuerzas un tan pesado trabajo, viendo la mucha nescesidad que Vuestras Mercedes d[e] él tenían. Porque, a causa de no haver ley ni orden en vuestro enamorado vivir, vemos casi siempre entre las dos partes continuas rencillas y espesos escándalos, en tal manera que algunos galanes, no se viendo las corcobas, presumen de muy estirados y van a dar empacho donde no deben, y algunas mal comedidas damas, que no creen al espejo, se ponen más altas que era menester, ansí porque ellas se mueren de hambre como porque gastan el oficio. De manera que, si por bien ha de ser, me debéis dar gracias, como los labradores de Castilla al Rey porque quitó las sedas. A los galanes no me curo de pedirles mucho perdón, de los cuales tomo más seguridad, como de señores y amigos. A las damas suplico que me perdonen, atento que la intención mía fue más de servirlas que de otra cosa, y básteles saber que soy Torres y no Torrellas.

CONCILIO VENERENSE

Nos el muy alto Cupido,
por el humano favor
dios y señor conoscido
de toda la gran líbido
con las provincias de Amor,
llamada congregación
en nuestra rabiosa Curia,
quedamos en conclusión
de hacer reformación
sobre la torpe Lujuria.
Que se reforme mandamos
en Concilio general,
el cual agora invocamos
y por orden lo intimamos
a todos y a cada cual,
desde los altos señores
hasta chicos y medianos,
a cuantos son amadores,
nuestros siervos servidores,
judíos, moros, cristianos.
Y habéis de ser congregados,
presente nuestra persona,
donde seréis reformados,
en los palacios sagrados
de Venus, nuestra matrona;
y allí será començado
con toda solenidad,
en el año del cuidado
y en el mes enamorado,
día de la voluntad.
Serán, en fin de razones,
de todas nuestras historias
juezes los corazones,
abogados las pasiones,
escribanos las memorias;
y porque más estudiadas
traigan todas sus respuestas,
las cosas más señaladas
que allí serán reformadas
principalmente son estas:

Pone tres cosas que en los honbres serán reformadas

Por las damas contentar,
será allí determinado
quién deve dar y tomar,
y quién las ha de pagar
y quién ha de ser pagado.
Sobr[e] este caso haremos
lo qu[e] es razón que se haga,
de modo que juzgaremos
y por ley aclararemos
cómo se entiende esta paga.

Pone cuatro cosas que en las mujeres serán reformadas

Por quitar daños y males
que causan muchas señoras,
nonbraremos a las tales
con quién han de ser leales
y con quién serán traidoras;
y a las que cazan las vidas
con caricias lisonjeras,
pornemos leyes debidas
con quién usen las fingidas
y con quién las verdaderas.
Escúsase de reformar la sodomía.

De la nefanda pasión
qu[e] el infierno multiplica,
su justa reformación
era tornar en carbón
al cuerpo que tal platica;
mas nuestra pluma lo calla,
no cierto por cobardía,
sino porque ya se halla
que quiso Dios reformalla
y está peor cada día.
Por tan ruín vicio se toma
y ansí Dios d[e] él se querella,
que ya se teme de Roma
no haga el fin de Sodoma,
pues lleva el principio della;
y aun, sino porque en hablar
el más prudente desmedra,
con muy poco bracear
podríamos descalabrar
a más de cuatro, sin piedra.
Mas Plutón y Proserpina
hagan tal justicia dellos
y vayan en tal ruina
que la barca aquerontina
se pueda hundir con ellos;
por la trifauce Cerbera
hagan tan feas entradas
que Thesífone y Megera
y Aleto, su conpañera,
se queden maravilladas.
Belzebub no pueda ver
tan espantosas visiones,
Satanás y Lucifer
hagan sus almas arder
hasta tornallas carbones;
cocineros, cozineras
consuman en consumillas
assadores y assaderas,
sartenes, ollas, calderas,
tenazas, garfios, parrillas.
Sienta tan gran turbación
el infierno por entero
como quando aquel varón,
a despecho de Plutón,
le prendió su can Cerbero.
Desciendan con tal gemido
los deste vicio rabioso
donde, perdido el sentido,
Demogorgón el temido
sea d[e] estos temeroso.
Pues, ¡oh brutos animales!
¿qué traéis tal vicio en palmas?
¡Oh diablos infernales!
¿qué no lleváis a los tales
vivos, en cuerpos y en almas?
¡Oh malas gentes malditas!
¡Oh bestias desenfrenadas!
¡Oh bellacos sodomitas,
quántas penas infinitas
vos están aparejadas!
¡Oh los que truecan sus nombres
por tan perversos placeres,
para que tú, Dios, te asonbres,
pues los que Tú haces honbres
se tornan ellos mujeres!
Ved qué torpes vigilancias
de sucias y puercas ganas,
que muchos toman estancias
para quitar las ganancias
a las pobres cortesanas.
Mas pues es descortesía
hablar tanto en tan ruín obra,
justa nuestra fantasía,
sobre tal bellaquería,
lo hablado basta y sobra.
Si la quieren reformar
los señores a quien cabe,
comiençen luego a quemar,
mas no [e]speren acabar
hasta qu[e] el mundo se acabe.
Torna a la reformación primera.

La primera cosa: quién son los que han de dar y tomar

Salidos de aqueste afán
para más justas fatigas,
vengamos a quién serán
los que dando tomarán
con sus señoras y amigas;
y por concertar con ellos
cómo han de bivir con ellas
nonbraremos ser aquellos
que las condiciones dellos
se conforman con las dellas.
Ansí como tal vegada
dos cosas son una cosa,
como casado y casada,
… … … … … …
… … … … … …
… … … … … …
ya las pagáis todas ellas
en una que os arma un honbre.
Pone la VI parte: Con quién harán las caricias fingidas

Mas pues ansí los dañáis
en las almas y en las vidas,
es razón, quando podáis,
que vosotras les hagáis
caricias siquier fingidas.
Pues las devéis de derecho,
si bien fueren d[e] año en año,
también hacéis vuestro hecho,
vuestro placer y provecho,
su tentación y su daño.
Mayormente remaréis
tras destos cabezmordidos,
y pelaldos, si podéis,
hasta que no les dejéis
cera alguna en los oídos;
ansí lo queremos nos,
concluyendo en un vocablo,
pues codician más de dos
con los dineros de Dios
enriquecer al diablo.
¡Cuán santos y cuán benditos!
¡Qué colorados y gordos!
Pero pobres infinitos
van tras ellos dando gritos,
y ellos haciéndose sordos.
Mas dejémoslos andar
pues que son de nuestro vando,
vosotras habéis de obrar
para que podáis gozar
lo que ellos ganan cantando.
Con los tales usaréis
el festejar elegante,
fingendo que los queréis,
mostrando que pacecéis
mientra los tenéis delante;
juntamente halagallos
y contalles vuestros duelos,
andar de noche acechallos,
mandar de día a llamallos
y pedilles dos mil çelos.
Dalles mil besos fingidos,
a veces con falsa risa
hacellos andar polidos,
limpialles bolsa y vestidos,
perfumalles la carmisa,
sobornar los servidores
por tornar al amo loco,
dalles mil ramos de flores,
servillos con mocadores
y cosas que valgan poco.
Mientra suelen bien pagaros
quereldos bien a la clara,
mas por más aseguraros,
luego que dejan de daros
no los miréis en la cara;
y aun queremos inferir,
atento vuestro saber,
que no ay quien con tal sentir
lo sepa tan bien decir
como vosotras hazer.

La VII y última parte es: Con quién serán las caricias verdaderas

Las caricias verdaderas
usaréis muy por entero,
muy complidas, muy enteras,
muy de gana, muy de veras,
con el amor verdadero;
con quien su vida mantiene
para lo que vos querréis,
con aquel con quien conviene
no tomalle lo que
tiene mas dalle lo que tenéis.
Tal vez os cumple hacer
las caricias más guardadas
con los hombres de tal ser
que saben, si es menester,
pegaros dos bofetadas;
porque soléis desmandaros
por vía tan indire[c]ta
que por poder conservaros
es menester castigaros
como a las niñas de teta.
Y pues tanto les debéis,
mirando bien la razón,
haremos que les haréis
cuantas caricias sabéis,
sacadas del coravón:
tomarlo muy caramente,
besarlo, pieza por pieza,
boca y ojos, barba y frente,
lo demás por conseguiente
de los pies a la cabeza.
Colgaros luego del cuello
dalles terribles abrazos,
por menos d[e] un cabello
con gran placer de querello
lloraréis vos en sus brazos.
Cuando de casa saliere,
mandad el alma con él
y por doquiera que fuere,
mientra el cuerpo no pudiere,
vayan los ojos tras d[e] él.
Y si con otra mujer
usare de sus antojos,
desonralda por tal ser
que no os quede por hacer
sino sacalle los ojos.
Salidas desta pelea,
tornadas en su locura,
por feo qu[e] el honbre sea
la mujer presuma y crea
qu[e] es la mesma hermosura.

Concluye la obra toda.

Pues, damas, por contentaros,
sigamos las ganas vuestras
dejemos de predicaros,
sin presumir de mostraros,
pues que todas sois maestras
y que amatar no podemos
el fuego de vuestra fragua,
y que cuanto dicho habemos,
y decimos y diremos
es escrebir en el agua.
Mas queremos porfiar
en nuestras justas querellas,
y requerir y mandar
que las hayan de guardar
los que se entienden en ellas,
so pena de más penallos,
como su dios y señor,
con voto de castigallos,
destruillos y matallos
desd[e] el mayor al menor.
Y aquellos enamorados
que les parece mal hecho,
pues que serán escuchados,
vengan do son emplazados
a decir de su derecho,
porque si no parecieren
en la prefacta jornada,
haremos, mientra vivieren,
que [e]sperando desesperen
y nunca gozan de nada.
Los que fueren obedientes,
como buenos servidores,
vivirán entre las gentes
queridos, ricos, potentes,
dichosos en sus amores;
por ende, tan buena dicha
no debe ser rehuída,
que en la causa sobredicha
no será cosa mal dicha,
no siendo mal entendida.

Acaba.

Pues por mejor conservar
nuestra gente reformada,
nos ha placido intimar
por toda parte y lugar
aquesta bula plomada,
fecha en el sacro palacio
de nos, el muy poderoso,
año de nuestro solacio
y en el mes de nuestro espacio,
día de nuestro reposo.

VANDO A LAS SOBREDICHAS SEÑORAS DE PARTE DEL PREFACTO DIOS CUPIDO, ESTANDO LA CORTE EN BOLONIA Y ELLAS EN ROMA

Síguese el Vando.

Yo Cupido, Dios de amor,
que todo el mundo poseo,
del querer Emperador,
del pensamiento Señor
y también Rey del deseo,
Duque de las voluntades,
Marqués de los corazones,
Conde de las libertades,
que por todas las edades
van tendidos mis pendones,
he sido bien informado
de mucho mal deshonesto,
que creo que lo han causado
poca fe y menos cuidado
con que me sirven en esto
las damas que, sin partidos,
puestas en gran cirimonia,
s[e] están en Roma en sus nidos,
porque los sus favoritos
mueran de hambre en Bolonia.
Por lo cual a mí llegaron
los que pierden su amicicia,
los quales me suplicaron,
por la razón que mostraron,
que les hiciese justicia.
Yo, viendo su proponer
de quejas tan desiguales,
acordé de proveer,
mandando en Roma hacer
un pregón contra las tales.
Ansí que hago mandar
por contrastalle sus setas,
que todas, sin dilatar,
se manden aparejar,
para partir, d[e] estafetas;
vendan sus ollas y platos,
cadiras y gelosía,
sus perrillos y sus gatos,
sus hatos y garabatos,
con la más artillería.
Saquen todas al mercado
sus calderas, sus sartenes,
sus madejas, su hilado,
su pasión y su cuidado,
que son sus mayores bienes;
desembolsen su sentir
con todo su mal de amores,
pues que no pueden vivir,
si verdad quieren decir,
sin obispos y escritores.
Y si algunas deste pan
no dan tan buenos bocados,
en Bolonia hallarán
del modo que los querrán
dos mil gentiles soldados.
En Bolonia está la corte,
las rentas y el despender,
en Bolonia ay el deporte,
los placeres y el conorte,
que mayor no puede ser.
Y si vuestras devociones
os hacen en Roma estar,
en Bolonia ay estaciones,
indulgencias y perdones,
cuantas quisierdes ganar.
No falta allí el Coliseo
y otras cosas de placer
con que perdáis el deseo
de ver las galas y arreo
que en Roma se suelen ver.
No hay pesar que allí os empache
ni desplazar que vos ladre,
sino cuentas de azabache
más qu[e] el día de trastache
y aun más qu[e] el d[e] alza compadre.
Veréis palios convinientes
a cualquier digna persona,
veréis mil suertes de gentes,
máscaras muy excelentes,
fiesta y fiestas de Nagona.
Los galanes holgarán
de prestaros capa y sayo,
vuestras mercedes podrán
ir a San Sebastián
los sus domingos de mayo;
bien podéis, sin más pensar,
veniros de vuestro espacio,
que allí no os pueden faltar
jardines para çenar
ni mulas para solaçio.
Vihuelas, arpas, cantores,
colaciones de mil frutas
daros han vuestros amores,
gelosías de colores,
perrillos, tordos y cutas,
tocados y tocaderos
hechos por mil maravillas
muy frescos albahaqueros,
espejos, peines, panderos,
chapines, guantes, manillas.
Todo aquesto os perderéis
las que no querréis venir,
y mientra en Roma estaréis
cunpliros ha que hiléis
para comer y vivir;
pues para que se mantengan
las que pobretas están,
luego les mando que vengan
sin que un punto se detengan,
so pena que penarán.
Acaba.

Las que de bien comedidas
cumpliréis mi ruego y voto,
viviréis alegres vidas,
siempre ricas, favoridas,
como la pega en el soto.
Fue fecha por mi mandado
y en Consistorio ordinario,
signada y a buen recado,
con el signo acostunbrado
de Torres, mi secretario.

Torres

2019-08-02T20:30:31+00:00

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