Pardios, Belilla, no hay miollo en esto,
ni corazón de invierno o zanahoria
que no se rinda o dé la palmatoria
a toda la figura de Trigesto.
Y aún creo que no dijo mal sobre esto
el otro día el bachiller Billoria,
que aquel que no te daba laude y gloria
pecaba venialmente y era un cesto.
Pardios, Belilla, yo de mí te digo
que, [f]uera de la gaita, llanamente
tú me das más pracer y más contento;
que por Quiteria no se me da un higo,
porque [es] tu cara más resplandeciente
que la grada del santo monumento.
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