Sepan quantos esta carta

Sátira hecha por Mateo Rrozas de Oqendo a las cosas que pasan en el Pirú, año de 1598

Sepan quantos esta carta
de declarasiones graues
y descargos de consiençia
vieren, como el otorgante,
Mateo Rrosas de Oquendo,
que otro tienpo fue Juan Sánches,
vezino de Tucumán,
donde oí vn curso de artes
y aprendí nigromancía
para alcanzar cosas grandes,
puesto ya el pie en el estribo
para salir destas partes,
a tomar casa en el mundo,
dexando los arrabales,
en lugar de despedida
determino confesarme
y descargar este pecho.
antes que baia a enbarcarme,
porque si en la mar rrebienta
al tienpo del marearme,
para salir de sus ondas
será pequeña la naue.
¡Dexen todos sus ofisios
bengan luego a escucharme:
los casados, sus muxeres,
las muxeres, sus axuares,
los poetas, sus consetos,
los músicos, sus conpases,
los yndios, sus sementeras,
sus libros, los colesiales,
las damas, sus exersisios,
sus paseos, los galanes,
sus silletas, las comunes,
y sus estrados, las graues!
¡Dexen el gato las negras,
los negros, sus atabales,
los pulperos, sus medidas,
las pulperas, sus dedales,
la justiçia, sus corchetes,
los corchetes, sus maldades,
los alguaziles, su rronda,
y la rronda, sus disfrazes!
¡Venga todo el pueblo junto,
no dexe de oírme nadie,
que no abrá vno entre todos
a quien no le alcanse parte;
y los que su propio onor
por el ynterés trocaren,
dando en sus casas lugar
para que otros las reparen,
vengan a oir mis sermones
y sabrán, si no lo sauen,
que el más amigo se rríe
de su proseder infame!
¡Oyganme con atensión,
ninguno tosa ni parle,
que en cada rrasón que pierden
pierden vn amigo grande!
Desengaños prouechosos
de vn esperto nabegante
que a las barrancas del mundo
quiso el sielo que llegase,
moxada el alma y el cuerpo
de las duras tenpestades,
donde estubieron los dos
bien a pique de anegarse.
Soy del tenplo de Fortuna,
la rrediculosa imaxen
que adoró el Pirú soberbio,
tan rrico como ynorante.
Derribóme el propio sielo,
que el mundo no fue bastante,
porque a prueba de sus tiros
fabriqué mi balüarte.
Dióme Fortuna su cunbre,
y al tienpo del derribarme
dexóme sin bien ni bienes
ni amigos a quien quejarme.
Pasé por siglo de oro
al golfo de adbersjdades:
ayer cortezano ylustre,
oy vn pobre caminante.
Pasando por la memoria
aquel rriguroso tranze,
me olbidó de conpasión,
dió boses a la otra parte.
Nuebe años e callado,
tienpo será de que hable,
aunque el callar estas cosas
es el oro que más bale.
Tened, que ba la corriente,
nadie a la mano me hable.
Dios ponga tyento en mi lengua
para que no se desmande;
no aya alguno que se enoxe
y me sacuda algún cabe,
que an rronpido las mentiras
la rrepreza de berdades,
que no ay honbre que las diga,
ni quien las quiera de balde.
Si alguno desto se siente,
enmiéndese y no me ataje,
que esta postema del pecho
a comensado a ablandarse,
y si se derrama dentro
no ay purga que le dé alcanze.
¡O qué de cosas e bisto,
si todas an de contarse,
en este mar de miserias
a do pretendo arroxarme!
¡Qué de cassas ay serradas
y sus dueños en la calle;
quántos dispiertos, dormidos,
quántos duermen sin echarse;
quántos sanos, en vnsiones,
quántos gafos, sin curarse;
quántos pobres bisten seda,
quántos rricos, cordellate;
quántos rricos comen queso,
quántos pobres senan abes;
quántos pobres se almidonan,
quántos rricos, sin lauarse;
quántos pies, sin escarpines,
y quántas manos, con guantes!
¡Quántos se pasean a mula
que pudieran apearse;
quántos padres ai sin hijos,
quántos güérfanos, con padres;
quántos güérfanos se ahitan,
quántos hixos mueren de hanbre!
¡Qué de cantos de zirenas,
qué de incautos nauegantes,
qué de Caripdis y Zilas,
qué de flotas, anegarse!
¡Quántas aguas del oluido
y quántos rríos Xordanes;
qué de Mudarras traidores,
qué de Bellidos leales,
qué de Cauas y Rrodrigos,
qué de condes Julianes!
¡Quántas trïacas, benenos,
quántos benenos, süaues;
quántas rrecámaras solas,
quántos violados corrales;
qué de tapias obedientes,
qué de puertas arrogantes;
qué de libianos de noche
que a la mañana son graues;
qué de cassadas sin cuerdas,
qué de donzellas sin trastes;
qué de corderos de día
y de noche gauilanes,
de noche sin capirotes
y de día con disfrases;
de día con tirasol
y de noche sin tocarze;
qué de soles ai dañosos,
serenos medizinales,
que los toman las enfermas,
a sonbra de sus parrales,
con el otro caballero
que para desenfadarse,
para entretener la noche,
pidió lisençia a la madre;
y estas noches sin dormir
qué causan de enfermedades,
a quántos quitan la bista
y a quántos quitan la hanbre;
a quántos han hecho sordos,
quántos libres, cautiuarae;
quántos habladores, mudos,
y quántos mudos, hablantes;
quántos cobardes, balientes,
quántos balientes, cobardes!
¡O quántos baxos encunbran
y quántas cunbres abaten;
quántos créditos perdidos,
quántas deudas sin pagarze;
quántos ynfames, ylustres,
quántos ylustres, ynfames;
quántas desdichas son dichas,
y quántas dichas, pezares!
¡Qué de prinsipios felises
paran en calamidades,
que el que más bienes adquiere,
ellos son amigos tales
que le suben a la cunbre
para sólo despeñarle,
que al que lleban al suplisio
todos ban a aconpañarle,
y el berdugo que le sube
sirue después de arroxalle!
¡Quántas donzellas pasean
para conoser las calles
después que las madres duermen,
si no las lleban las madres!
Qué de pareseres tienen:
que es lísito lo que hazen,
y quántos les aconsexan
que sigan sus libiandades,
y por rrespeto del mundo
aunque paran que no paren.
¡Qué de rrostros amarillos,
que de purgas y xaraues;
quántas por no poder más
dan billetes y mensaxes
y otorgan sus escrituras
para el día que se cazen!
Que pocas execuciones!
que pocas costas les hazen!
que quexosos los maridos !
que contentos los galanes ¡
que de ladrones en rueda !
que de justos en la cárcel !
que de aguas van a la plaza
que aunque claras a suaves.
no las vevera un enfermo
si viese los manantiales !
Quantos gusanos de seda
hilan cortados los traxes !
Quantos mercaderes ricos,
usurpando calidades,
por hacerse caballeros
se volvieron sacristanes !
El cauallero lo sea
y el trabajador trabaje,
y el que busca oficio axeno
razón sera que lo pague,
que el lacayo lo acuchille
que el caballo le arrastre.
que son castigos del sielo
porque dejan sus lugares,
y pues toman los axenos
es justo que los extrañen.
Que de candados sin guardas !
que de cerrojos sin llaves !
que de mozuelas se pierden
a vueltas de los cofrades
quando van a los perdones
que plega a Dios que los ganen !
Quantas meriendas se juegan !
Quantas visitas se hacen !
quantas valonas se danzan !
que sanbapalos se tañen !
que mudanzas tan perfectas I
que de gestos y visajes !
que de valones de nobles!
que de calzas de oficiales !
que de holguras se ordenan
por solo desordenarse !
quantas ordenes se quiebran
por no quebrar y quebrarse !
Mala pascua me de dios
la primera a pie llegare
si, lo que dios no premita,
algún tiempo me casare,
si aunque mi suegra se muera
mi muxer la visitare!
El porque yo me lo entiendo.
y aun ellas también lo saben
mas una que yo visito
me ha mandado que lo calle.
Que de guitarrillas oigo !
que de corrillos y bailes!
que de balcones se rompen!
que de ventanas se abren !
que de condes ganapanes
que de niños que se mueren
y qué de viexos que nazen;
qué de espadas del perrillo
perdidas por pabonarse,
que aunque más lo disimulen
no pueden acreditarse,
que el quarto que se blanquea
a fe que quiere alquilarse!
¡Qué de feas son hermosas
a costa de sus caudales,
qué de mansebos que rrondan,
qué de vírxenes que paren,
qué de viexas engañadas
sin querer desengañarse,
qué de miserias padesen,
qué de grandezas que hazen,
qué de desnudos que bisten,
qué de bestidos distraen,
qué de lisonxas que oyen,
qué de bueltas por la calle!
Todos estos que os selebran
con letrillas y rromanzes,
agora que yo me boy,
no quiera Dios que os engañen.
Abísoos que quando os dexan,
dexan todos sus pezares;
y bueluen con mil tristezas:
quando bienen a acostarse
el estómago les duele,
la caueza se les abre
porque los dexéis dormir,
que quieren comer de balde.
Los pañuelos que les dais
preguntaldes qué los hazen,
y el hormiguillo que os piden
no es para su amigo el fraile
sino para otras señoras
que seban en vuestra sangre.
Estas son sus paraízos,
bosotras sus espitales,
ellas médicos del gusto,
bosotras de enfermedades;
bosotras estáis cosiendo
para que las mozas rrasguen;
con bosotras son mesquinos
y con ellas Alexandres.
¡O viexas de mi consuelo,
defendeos destos Gusmanes,
que por lo muncho que os quiero
es justo que os desencante!
Y bosotras casadillas,
porque vn tienpo me obligastes
en testamentos que hesistes,
con mandas que me dejastes,
por algunas menudensias
que a vuestros hijos quitastes
por dárselas a los míos,
de quien os aconpañastes;
y siendo bastardos finos
allá los lixitimastes,
hasiendo a buestros maridos
que por suios los criazen,
y asiéndolos herederos
de todos buestros caudales,
no deis materia a mi pluma:
bien tengo que hazer, dexalme,
que os quiero más que a mis oxos
y soi pesado en burlarme.
¡Qué de brocados se rronpen
sin sauer de adónde zalen,
que aunque las madres lo inoran,
no ynoro yo que lo sauen!
Qué cristianamente jusgan
estas cosas manüales,
pues los deudos que las miran
las echan a buena parte.
Qué de maridos se ausentan
conosiendo lo que hazen,
y para sus granxerías,
todo el caudal por delante,
dexan las pobres muxeres
a cargo de sus conpadres,
con sola vna buena cara
para sus nesesidades,
vna alfonbra y vn coxín,
i vna cama en que acostarse,
y vna silla con vn pie
porque caiga el que llegare.
Luego buscan mil ofisios
para poder sustentarse:
vnas hilan plata y oro,
otras ay que adoban guantes,
otras biuen de costura,
otras de puntas y encaxes,
otras de pegar botones,
otras de hazer oxales;
otras ay que hazen pastillas,
pebetillos y ziriales,
otras ensalman criaturas,
otras curan mal de madre,
otras ay que toman puntos,
otras labran solimanes,
otras ay que hazen turrón
para bender por las calles;
otras ay que hasen bainillas,
otras pespuntes e hiluanes,
otras hazen cadeneta,
puntos llanos y rreales;
otras tienen amasijos,
hazen molletes y oxaldres;
otras ay que hazen rrosquillas,
conserbas y mazapanes;
otras conponen copetes,
otras hasen almirantes,
otras hazen arandelas
de pita, plata y alanbre;
otras hasen clauellinas,
espigas de oro y plumaxes;
otras hazen gargantillas,
arillexos y pinxantes;
otras ay que hazen lexías,
otras mil aguas süaues,
otras chicha de maís,
otras que benden tamales,
otras poluos para dientes,
otras que ponen lunares,
otras que surzen costuras
descosidas por mil partes.
¡Poder de Dios! ¡Qué de enbustes,
qué de burlas i maldades,
pues todos estos ofisios
no les ynporta dos rreales,
sino que son antepuertas
para encubrir sus fealdades!
¡Qué de parientes que tienen,
qué de juntas y amistades,
qué de paxes las visitan,
qué dellos entran y salen!
El que estaua allá es su primo,
el que entró después, conpadre;
el de noche, rretraído:
es forsoso venir tarde;
y el otro que salió al alua
biene de allá de otra parte:
es vn casso muy secreto,
no puede comunicarse.
Todos ban a buena fin,
todos honbres prinsipales,
todos entran de rrodillas,
ninguno beo prezinarze;
para todos ay engaños,
y no falta quien se engañe,
que vn abisso como el mío
no se alcanza en todas partes.
Si el galán les pide zelos,
ber los milagros que hazen:
el menear de cabesa,
la rriza y el santiguarse.
¡En eso se estima ella!
¡Por Dios, que es muy buen donaire!
¡Qué tal cosa se ymaxine!
¡Con vn pícaro vergante!
¡A buen tienpo abía benido!
¡Aunque faltaran galanes!
Quanto más, que la pasean
dos caualleros muy graues,
y si ella fuera como otras
no desechara estos lanses,
mas por guardalle rrespetos
padese nesesidades.
Y con quatro lagrimillas
comiensa luego a enoxarse,
y el otro pobre pasiente
qué presto se satisfaze.
Línpiala con el pañuelo,
rruégale que no se enfade,
que lo muncho que la quiere
es caussa de rrezelarse;
y pidiéndole perdón
ba a buscar algo que enbialle
para que sene con ella
el que trató de bergante,
que estaua dentro ascondido
por no tener que aguardalle.
Para comigo no ay lebas,
comiencen a tributarme,
que descubriré sus vendas
y no podrán conserbarse.
Bien sauen ya que comigo
lo mexor es amistades,
que beo debajo del agua
y soy pescador de bagres,
y entre sus Zaidas y Floras
no ay encanto que me encante,
que ellas buscan el poniente
y io juego de lebante.
Si quisieren mis consejos,
daréselos ynportantes,
para que sepan ser Zirses
y enterneser los diamantes,
y aser que el rrico se duerma
mientras le chupan la sangre,
y vn modo de despedirlos
quando el caudal se acauare;
y lleuaré a sus visitas
los amigos que baxaren
con yerua de Potossí,
perdidos por señalarse;
y en tratando de paseos
yo me obligo a suplicalles
que abiendo de nauegar
en sus galeras se enbarquen.
Adornaremos las toldas,
con sus liberalidades,
de flámulas y banderas,
gallardetes y estandartes.
Quando la bamos a ber,
por hazer el casso graue,
aunque nos abra la puerta
yremos por los corrales,
y antes que le de lugar
para poder arroxarse,
le a de hablar por el terrado.
Con gran temor de su madre,
dirále que hable mui quedo,
no escandalice la calle,
que tiene hermanos balientes
y es niña para cazarse.
Y ella y io muertos de rrisa
le diremos que se harme,
porque si le coxen dentro
pueda libralla y librarse.
Y si en estas rromerías
la plata se le acauare,
yo le enseñaré el camino
para que buelua y trauaxe,
que acá tratamos en nesios,
como ellos en sus metales.
Y por estas terserías
señoras an de pagarme,
porque como de mi ofisio,
como ellas de sus xornales:
trenzas para mis camisas,
coserme y almidonarme,
y enbiarme agua de piernas,
y vna negra que me labe;
y entre todos sus obreros
e de ser el sobrestante,
y quando estubiere sola
premitir que la aconpañe,
con tal que si otro viniere
me salga por otra parte;
y quando la fuere a uer
enbiaré a la puerta vn paxe
que me declare al oído
si puedo entrar o tornarme.
Mis sáuanas y camissas
io buscaré quien las laue,
que aunque sepa adonde biuen,
a beses suelen mudarse.
Veinte son los poseedores,
sin otros que entran y salen:
vno que guarde la cassa,
que coma, presida y calle;
vn mercader que la alquile,
y vn baliente que la guarde;
vn hombre de calidad
para galán de la calle,
vn noble que la bisite,
y vn discreto que la parle;
vn rrico que la sustente,
y vn pobre que la aconpañe;
vn viexo para mandados,
y vn mosso para que mande;
vn chacarero que enbíe,
y vn tezorero que guarde;
vn músico que entretenga,
y vn jües que la anpare;
vn médico que la cure,
y vn baruero que la sangre;
vno que la lleue a missa,
y vn capellán que la aguarde;
y por no pagar hechuras
vn zapatero y vn sastre.
Todos estos son forsosos,
y todos tiran sus gaxes,
y a cada vno de por ssí,
quando su suerte le caue,
hase entender la señora
que es sólo su canbalache.
Pues, quando biene el marido,
qué rriza me da el miralle,
las lágrimas que le bierten,
los enbustes que le hazen:
dezir que si no viniera
ya querían ir a buscalle.
¡Qué coloquios tan grasiosos,
qué entremeses de Morales!
y él, boluiendo la cauesa,
le hazen quatro visaxes;
siéntanse luego a la mesa
y síruenles mil manxares;
hallan sus hijos bestidos,
sus casas llenas de axuares,
y sus desnudas paredes
cubiertas de tafetanes;
las caxas llenas de rropa,
hechas modelos de trajes,
y la que quedó sin tocas
está agora con turbantes;
la que quedó sin basquiña
tiene agora zaia grande,
y aunque todos lo conosen
callan como vnos bausanes.
No quieren entrar en cuenta
porque temen los alcanzes,
y marauíllanse desto
como si ellos lo conprazen;
pues si al contar de los hijos
dexan nones y hallan pares,
sólo preguntan el nonbre
para asertar a llamarle,
no para desconoselle
sino para rregalalle;
y después los bellacones
qué sinples que se nos hazen.
¡Mal aya io si no creo
que todos ban a la parte!
Al otro pobre destierran,
lleban al otro a la cárzel;
hiérranse que ellos se irían
si vn paxe les abisase.
¡Dichoso el que en tales tierras
con hermosa se casare:
tendrá quien le dé a comer
y quien le bista y le calsse,
y amigos que le entretengan
quando baia a pasearse!
Cae enférma la mosuela,
haze vn mes cama de balde;
disen que es melancolía
y que a menester holgarse.
Los ayunos la enflaquesen,
házelo el desiplinarse;
disen que estar enserrada,
yo entiendo que el pasearse.
Dase la bos al portero
para que al médico hable
y arme cuenta en la botica
para lo que se hordenare.
Luego se rronpen las puertas,
ban y bienen los dansantes:
vno le trae colasión,
otro le ofrese las aues,
otro el vino de Castilla,
otro el pan, otro la carne;
y los de menos caudal
lleuan allá sus discantes.
Vnos le toman el pulso,
otros cantan, otros tañen;
y otros por poner las manos
dizen que se llaman Juanes;
otros le dan pegadillos
y enplastos para la madre,
y le alsan la paletilla
con sierta orasión que saben.
Los que fueron al inglés
cuentan marauillas grandes,
los otros de la Naual,
los otros de Ytalia y Flandes;
y todos estos señores
fueron allá xenerales,
y con el señor don Juan
tubieron negosios graues.
El otro tiene vna carta
de su amigo el Condestable
que le abissa cómo el Rrey
ba a una xornada inportante,
donde ba por mariscal
vn hermano de su padre;
y si él en esta ocasión
se hallara en aquellas partes
sin duda fuera proueído
por xeneral o almirante.
El vno muestra vn soneto
que escriuió a doña Violante,
el otro saca vn villete
rrauiando por enseñarle;
al otro miró el virrey
y le dixo que esperaze,
y el otro salió proueído
el sáuado por la tarde;
no puede desirse adónde,
que ynporta el no publicarse,
y es el casso tan secreto
que aun el Marquéz no lo sabe.
El otro tiene por sierto
que le darán los Pacaxes,
y el otro ba a Potossí
a un caso muy ynportante;
y todos para la buelta
prometen de señalarse.
El otro tiene vna dama,
muxer de vn personaxe,
que le enbió quatro camisas
con tanta punta y encaxe;
rrepárale su personas
y dale plata que gaste.
Yo debo de ser capado
pues no me socorre nadie,
y en los rregalos de amor
debo de ir por otra parte,
pues la que más e querido
no me da sino pesares,
y por cresido fauor,
al tienpo del ausentarme,
vn cordón de sus cauellos
y vn anillo de asauache.
Xamás dellas rresiuí
cossa que me aprouechasse,
xoia, plata, ni camisa.
¡El demonio se la rrape,
y a mí, si yo tal creiere,
por muncho que ellos desgarren!
Visítalos la mulata
o míralos en la calle,
dándonos luego a entender
que viene con vn mensaxe;
disen que el ama la enbía,
y viene ella de su parte.
Muerto yo por estas cosas,
gusto de oir sus dislates
y ber vn mapa confuso
en manos destos orates.
Todos se alegran y rríen,
sólo se aflige la madre,
que no rreposa la niña,
plega a Dos que se la guarde;
y al que a la proste se queda
cuéntale todos sus males;
y dexándole con ella
ba a preuenir vn xarabe.
Pregunta dónde le duele,
y ella comensa a quexarse:
que le a nasido vna seca
que se imaxina que es landre.
El otro saca su estuche,
dexando cosas aparte,
le echa la rropa en los oxos
para que no se desmaie,
acaua su seruxía
y ordena, sin que le paguen,
que duerma sobre la cura
y que sosegue y descanze.
Prometen vnas nobenas,
y en comensando a aliuiarse
ban a cunplillas al Crissto,
mas ban a crusificalle.
Luego para el mal del bazo
es menester que trauaxe,
mas en estos exersisios
no le mandarán que labre
sino que suba las cuestas
y que procure alegrarse,
y que llame a don su primo,
que la llebe y aconpañe,
y que subiéndola al zerro,
por él la mano le pase.
Mentras que allá se detienen,
en lo que los dos se sauen,
la bendita de la viexa
queda con vn estudiante,
y quando los otros buelben,
almuersan xuntos y banse.
¡Qué discreto proseder,
qué conformes boluntades,
qué pechos tan sin malisia,
qué suxetas libertades,
qué quatrosentos asotes,
y todos para las madres!
Y la niña pecadora,
harta de galopearse,
¡qué barata halla la cura,
qué fázil el rremendarse,
qué buen amigo es el vidrio,
la granada y el sumaque,
para quedar como nueba
al tenpo del entregarse!
¡Qué de melindres finxidos
quando vienen a acostarse,
qué bergonzosa y enbuelta,
lo que tarda en desnudarse,
y al comensar de los cuentos,
qué temerosa y cobarde,
qué de sinplezas pregunta
para encubrir lo que saue,
qué de plegarias y rruegos,
qué cuydadosa en quexarse,
las lagrimillas y enbustes,
el huyr y deslizarse;
qué nueba en este exersisio:
¡ay Dios, que le sacó sangre,
y a tenido sobre el muro
más xentes que Rronsesballes!
Y por la mañana el nobio
qué alegre contento sale;
así le suseda sienpre
en todo lo que conprare.
Sierra la bentana y puertas,
manda que no se lebante,
que queda maltratadilla,
no sea el diablo que se pasme.
¡Qué confuso quedaría
si alguno le declarase
que en canpos de Arabïana
murieron los siete infantes,
y que su yegua zerrera
llebaua los atabales
quando el otro de La Gasca
fue sobre Fransisco Hernándes!
Mas aunque todo lo sepa,
no ayás miedo que la mate,
que el propio que el daño hiso
vendrá a hazer las amistades,
para que pase la suia
munchos años adelante.
Lo que yo gusto de berme
bestido deste rropaxe,
y que siendo yo el maestro
pretendan acuchillarme;
pero yo tengo la culpa,
que por oyr los donaires
destas damas donsidueñas
a beses dexo engañarme,
mas no puede la corriente
de sus enbustes lleuarme,
que desengaños amigos
ynpiden este vïaje.
Ninguna dellas me crea
quando más le diga i parle,
y aunque diga que me muero
no bengan a confesarme,
que no e de morir de amores,
sigún dizen las señales,
que soy vn poco taheño,
los oxos negros i grandez,
algo tiuio de calor,
y el cuerpo de pocas carnes.
Soy vna grulla en belar
y vn Argos en rrezelarme,
vn Sid en acometer
y vna liebre en rretirarme;
y sé que es lo más siguro
bailar al son que me hazen,
que si el son es de mentiras,
cómo bailaré berdades,
que el que está entre caldereros
a de aprender su lenguaxe.
Ben sé que entre ellos ni ellas
no tengo de quien fiarme,
que estoy adonde conbiene
pedir a Dios que me guarde,
que donde todo es traysón,
no ay medo humano que baste.
¡O maridos infelises,
los que la elesión errastes,
qué tienen vuestras muxeres
que hazer en los Amancayes,
qué rrentas coxen en Surco,
qué cuentas tienen en Late,
qué barcas desde el Callao
despachan para los balles,
qué barras les traen de Arca,
o qué pasas de los Majes;
y si ay missa en sus perroquias,
de qué les sirue alejarse
visitando monesterios
y viendo paternidades!
¡Dad al diablo estos paseos,
esténse en caza y trauajen!
Y bosotras bellaconas,
o las que haséis estos vïajes,
si os pesa de mis consejos
escuchad y perdonadme,
que el ser cristiano me obliga
a que publique y declare
los paseos dónde caen
porque el prójimo se guarde.
Y enseñar a vuestras hijas
no baian a estudïantes,
que dan lisión con puntero
y suelen rronper las partes,
y desquadernar vn libro
sin ber el daño que hazen,
aunque en esto del contar
son brauos muntiplicantes,
que si descubren el sebo
con armalle vn caráter
hazen la vnidad desena,
y las desenas mllares.
Sauen la rregla de tres,
y rrestan, suman y parten
las partes de la lisión
como bienes ganansiales.
¡O sueños largos finxidos,
quántos oxos desbelastes,
y por quán menudo presio
vendéis buestra propia sangre
poniéndola en almoneda
por abreuiar el rremate;
y a llegado a tal estremo,
que por ser bosotras tales
ocasionáis a los hombres,
huiendo de buestros lanses,
a despeñar sus personas
en cassos abominables,
y para vuestras costuras
os dexan sin ofisiales!
Los que siguen la birtud
dan con bosotras al traste,
cortando buestras rreliquas
por ir seguros de cánzer.
Y los otros desdichados
que sin sauer lo que hazen
truecan vuestras delanteras
por los susios enbornales,
vensida la boluntad
por apetitos bestiales,
que por la torpe opinón
destos siegos nabegantes
ordenauan entre ssí
se rremobiese i pasase
el trato de Panamá
al puerto de Buenos Ayres.
Mas, ¡ay de vuestra Capira
y vuestros barcos de Chagre
si la buena dilixensia
de vuestro amigo el alcallde,
a costa de vuestro gusto,
con el rremedio tardase!
Sabélselo agradeser:
o dalde enbarcasión de balde,
ofreselle los esquifes,
y tenga franco el pasage,
pues os buelue y rrestituie
a vuestro puerto las naues.
Pedilde que no perdone
a quien tanto agrauio os haze,
que es muncho lo que perdéys
si se ban los nauegantes;
y en esta sola ocasión,
fuego en quien os agrauiare,
y fuego en quien os creiere,
quando en la calle os topare.
Quién las be el día del Corpus,
visitando los altares,
dando a la quadra mil bueltas
y disendo libertades;
el manto sobre los honbros,
que les conbiene el taparse,
como cauallos de anoria,
para no desatinarse.
Y la otra que en la cabesa
lleua por diuisa vn naipe
y el corasón de su nesio,
buscando quen le jugase,
para descubrir el punto,
qué pocas brújulas haze
de mano la setentona.
El demonio que la gane,
si rresiuís su consexo
a fe que no aia descarte;
y si a de tomar el mío,
suplícole que baraxe;
y si yo fuere a primera,
lo más siguro es echarse;
y si xugamos carteta,
que es propio para ganarme,
en iendo el tres sobre el as,
meta moneda y rrepare,
que no faltarán encuentros
mentiras mi rresto durare,
que es juego de boca arriua,
y están las cartas cauales.
La otra en la prosisión,
porque todos la señalen
lleua pintado vn nauío,
porque los que la miraren
conoscan que es marinera
y baian luego a enbarcarse.
Herrólo, por vida mía,
en no poner adelante
el acostunbrado preso
a cómo suele fletarse,
pero quien haze barata
no puede desconsertarse.
¡Dichosa nauegasión
al fin de la vida infame,
si fuera, el rroto baxel
cansado de abenturarse,
para salir a la orilla,
mas será para engolfarse
en el mar de sus miserias,
donde es su gloria anegarse!
Lleba la otra vn fistolete;
para belle y contenplalle,
por pareser al manzebo
de quien toma los xaraues,
en el sonbrero vn antojo,
por el que tene de holgarse,
aunque por esta ocasón
son pocas las que mal paren.
Y la que lleuaba vn mundo,
quisiera yo preguntalle
si es por abelle rronpido,
o ynsinia para adoralle,
o porque en ber sus rrincones
a sido nuebo Alexandre,
o porque los enemigos
todos xuntos la aconpañen,
el mundo en el propio escudo.
Por onrra de su linaxe
el diablo en la catadura,
y en el faldellín la carne.
Lleba la otra en la toquilla
enlasado vn asicate.
No nos engañe con vno,
ben puede echar a millares
por los que en su jubentud
le an batido los yxares.
Vn candado por medalla
asta que buelba el amante.
¡Bueno es eso! Por mi vida,
no comigo, que soi zacre
y tengo por mi desdicha
treinta y nueue nauidades;
conosco sus serraduras
y sé donde están las llaues,
y cómo se disimula
abrir y dezerraxarse
porque no dexan señal
los clauos que entran y salen.
Confiese para los dos
que son sus siguridades
por lo que le a de traer,
mas no por fe que le guarde.
Y quando el otro biniere
entraré yo a visitalle;
diré que lloró comigo
dando suspiros mortales,
que se enserró en su aposento
sin salir ni aderezarse;
vila mil beses morirse,
y otras tantas desmaiarse;
y todas estas mentiras
podrá ser que sean verdades.
La del sonbrero balón,
con el rramo por delante,
para parezer rramera
no a menester enrramarse.
Ya sauemos su tauerna,
no son menester señales,
mas a fe, que de su vino
que nunca yo me enborrache.
La de la daga desnuda,
perdida por desarmarse,
quantos desarman sobre ella,
no ay vno que la desarme.
¡Enbaine ya por su vida,
si gusta de que la enbainen,
que no es justo haga fuerça,
pues que nadie se la haze!
Y pues entabló tal vzo,
muy justo será que entable
que en las fiestas y paseos
salgamos de aquí adelante
los honbres con almohadillas,
y las damas con montantes,
que para andar en la guerra
es xente muy inportante.
Arróxanse a acometer,
no huien aunque las maten,
y quando trauaxan mal
rrebueluen con más coraxe.
No rreselan las heridas
ni el ber derramar su sangre,
que no ay vena de peligro
donde las picas alcanzen.
Lleuan sobre sí castillos
a la trasa de elefantes,
aunque no se les paresen
en la costunbre de echarse;
y al rruido de los cañones
no ayáis miedo que se espanten:
antes rresiuen contento
de que sobre ellas disparen
y las arrimen al muro,
aunque sus cuerpos lo paguen;
y si acaso el artillero
se le turua en el conbate,
toman la cuerda y dan fuego
para que no se dislate.
Descubren el blanco negro
del batido balüarte,
que aunque en lo demás son brutas,
en esto son rrazionales;
y porque la munisión
no se moxe ni maltrate,
en la culata del tiro
la lleuan colgada al aire,
no para que se rresfríe,
sino para que se ynflame,
que el viento toma sentellas
de la tierra por do sale.
Y la otra viexa enbustera,
tapada por ataparse,
enzaiada para el juego,
si hubiese quien la alquilase
qué cara cara la suia
para quien se la encaraze.
La boca que os ofresía
dulses ternezas süaues,
no topara con sus dientes
vn busso, por bien que nade.
Toda la cabesa calba,
del sincopado caluarse;
y siñe la crespa frente
de enrrizados aladares
sobre vna tersia de jesto
y sinco baras de talle.
Y el otro viexo podrido,
muerto por alcoholarse,
como si aquella color
hubiese de avilitalle.
Las otras por caridad
ban a ber a la comadre,
que es vna buena muxer
y no tiene quien la anpare,
porque en sus opilasiones
les dé rremedios y calle.
Y cómo se huelga el viexo
Molde las limosnas que hazen,
cómo rresplandese en ellas
aquel balor de su madre;
parésenle en ser putas
más que en hazer caridades.
Pues, en sus conbersasiones,
a fe, que nunca se trate
quántas madexas se an hecho,
o quándo an de confesarse,
sino que biue aflixida
o de que se fue su dansante,
que es vn yngrato traidor
que se le enoxa de balde.
La otra biue zelosa
de que el señor Albenzaide,
sabiendo que le da pena,
pasea por sierta calle.
La otra tiene vn galán
discreto de lindo talle,
y quando su viexo duerme,
se lebanta a rregalalle,
y en la cama de la niña
suelen a solas holgarse,
como si destos exenplos
a beses no rresultase
quedar tan diestras las niñas,
que pueden desaminarse.
Luego bjene la mesilla
con dos barajas de naipes
porque el fuego de Cupido
con el de Vilhán se pague.
Lo que en estos juegos juegan
bien será que se declare,
porque el pecador se enmiende,
y lo sepa el inorante.
Sepan señores maridos
que an de preparar sus carnes
con mucha zal de pasiençia
para que no se les dañe,
que sobre la miel del juego
ban las mosas a sentarse;
y si el daño se comiensa,
no ay rremedio que lo ataje.
Este juego es alcagüete,
y ai pérdidas ynportantes.
La primera es el rrespeto,
que se pierde al primer lanze,
y luego el honor se pica,
si la bolsa a de picarse;
luego se juegan los oxos
con encuentros y ademanes,
y como lenguas del pecho
se disponen a pagalle.
Luego la mano lo aprueba:
por el alzar y el baraxe
se encuentran cada momento,
y no al dedo que no hable,
pues por debaxo la mesa
los pies no juegan de balde,
que también hazen consiertos
de berse y de consertarse.
Estas son sus escrituras,
y otórganse tan bastantes,
que no ay tributo rreal
que más sin pleito se pague.
En rresolusión, el juego
es golfo de susiedades,
es siminario de visios,
y es escuela de maldades;
y en dexando este exersisio
porque ia llega la tarde
sálense den dos en dos,
y saue Dios a qué salen.
Vnas ban al corredor
a rresiuir sus mensaxes,
otras al balcón se ponen
a ber a sus paseantes;
al aposento del negro
ban otras a blanquearse,
y quiera Dios no se tiñan,
que bien puede sospecharse.
Otras se ban allá dentro
finxendo nesesidades
porque cunpla el escondido
lo que ellas tienen de holgarse.
Acabado este passeo
ban al estrado a xuntarse,
donde el diablo, su maestro,
hase de todas alarde;
él mismo tienpla las harpas,
las vigüelas y discantes,
y aunque les da fantasía,
no es esa la que se tañe.
Vn sanbapalo comiensan,
con que las donzellas dansen,
que no hay rramera en Ginebra
que tantos meneos alcanse.
La niña que nasió aier
y no sabe presinarse,
no ai xitano bolteador
que más sepa desgonsarse.
Sigún son los mobimientos,
las posturas i visaxes,
parese que en las caderas
tienen vn molino de aire.
Luego le mudan el son,
que son muertas por mudarse,
y bailan vn Puerto Rrico,
¡pobre del que lo tomare!
La zarabanda i balona,
el churunba y el taparque,
la chacona y el totarque,
y otros sones semexantes,
nonbres que el demonio a puesto
para que el honbre se enlaze,
y que el padre se lo enseñe,
y la justiçia lo calle.
Pues penzar que no se alteran
los honbres con estos bailes
es pensar que son de piedra
y tienen muerta la carne.
Lo que de mí sé dezir
es que soy tan miserable
que en comensándose el son
comienso a desatacarme.
No ay cosa que no me bulla,
ni pie que no se lebante,
porque el son es de manera
que moberá a un cabrestante.
No ay bergüensa en los humildes,
ni sufrimiento en los graues,
que todo lo desenfrena
el espetáculo infame.
Todo a desonestos fines
lo bemos encaminarse;
por eso nadie se duerma:
quien tiene que guardar, guarde.
Mire bien lo que premite
el que su honrra estimare,
que tiene la casa llena
de lazos para enlazarse;
conosca de quién se sirue
y a quién entriega sus llaues.
Si está cortada la rreja
o ay portillo en los corrales,
mire bien las conpañías.
Tienple a su muxer el traxe,
i por ocasiones leues
no la enoxe ni maltrate,
y en conbersasión de amigos
no la despresie ni alabe,
que de buenas rrelasiones
suele vn honbre afisionarse.
Procure quererla bien,
acaríciela y rregale,
no ponga en otra los ojos,
mire en esto lo que hase.
El tratarla ásperamente
es de honbre que poco sabe,
de pocas obligasiones,
y ser de oscuro linaxe.
Sólo el rregalo i blandura
las obligará a juntarse,
y iendo por otra bía
no lo arán aunque las maten.
Ello es menester gran tiento,
i el que asertar deseare,
encomiéndeselo a Dios,
que lo más es disparate.
¡O malditas causadoras
de rrigurosos desastres,
desbenturado el piloto
que a vuestras Zirses llegare!
En vn desdichado tienpo
rrondaua yo vuestras calles
y adoraua vuestras cosas,
tan dinas de abominarse,
hasta que mi boso rrubio
comensó a desenrrizarse,
y el biuo arrepentimiento
tanto me aflixe y deshaze,
y sin que mi edad lo pida,
comienso yo a platearme,
y algunas beses me huelgo
de berme con este traje,
porque enfadadas de mí
huiáis de mí quando os llame,
si el diablo, como sutil,
alguna bes me engañare.
No más cuento con bosotras,
arriedro bais, ynfernales;
allá con la sangre nueua
sebad vuestros palomares,
que al fin son de más provecho
y más blandos de engañarse.
Quando les lloráis os creen,
y luego se satisfazen,
aunque por sus propios oxos
ayan bisto los enjanbres.
Entro a hazer vna bisita
y no acabo de sentarme
quando entra luego vna negra
cargada con vn tabaque;
sácales allí vna tienda,
y pónenmela delante;
échanme la buena barua,
dízenme dos banidades,
pensando que yo soy fúcar
y que llego a buena parte;
pero como para vn peso
me faltan los nuebe rreales,
más callado que vn difunto
disimulo sin miralles.
Hase la señora luego,
sobre el estrado, vn alarde;
quiere conprar la balona
y que mi bolsa la danze.
¡Malos años para ellas,
y para quien tal pagare,
porque quando ellas nasieron,
sauía yo su lenguaxe!
Otra negra con rrosquillas
dando boses por la calle,
malditas seáis de Dios,
que queréis abergonsarme,
y con estas damas negras
a mi rrey blanco dais xaque,
mas yo lo rremediaré
antes que me deis vn mate,
conprando vn negro baliente
que las espaldas me guarde,
y se me quede a la puerta
de la casa adonde envare,
y a la negra que biniere
a garrotasos la mate.
Ban a la Peña de Francia,
y bueluen destos viaxes
con el ábito franzés
bestido entre cuero y carne:
quál biene sin canpanilla,
y quánta naris con cánzer,
quál tiene rroto el escudo
con las armas de sus padres;
y en quántas por exersisio
bienen a comunicarse
el postigo del carbón
con la puerta de la carne.
Quieren alquilar la cassa,
o quieren amanzebarse,
porque se les fue el galán;
o tienen nesesidades:
ay aposentos basíos,
ponen sédula a la calle,
que para tener visitas
no es menester otro achaque.
Qué de blancas entre día,
qué de negras a la tarde,
qué de hermosas en la igleçia,
que al tienpo del lebantarse
no abrá falso testimonio
que más feo se lebante;
pues en yr a uer las fiestas
no aiáis miedo que rreparen,
aunque sin manto y chapines,
y sin gorguera se hallen.
La que tiene dos jubones
presta el vno y danle guantes,
y al fin todas ban bestidas
rrauiando por desnudarse,
pues en las fiestas de noche,
¿quién queda por enbosarse?
Sola la mano descubren,
por la que quieren pagarse
vn sonbrerillo con plumas.
Y con solamente vn paxe
que sirua de canpanilla,
para los disiplinantes,
en casa del confitero
vienen todas a xuntarse,
donde les dan colasión
para que no se desmayen;
allí se dan labatorios
y se ensienden los siriales,
y moxan las disiplinas,
y les rrecoxen la sangre.
Derramen ellos la suia
que yo quiero rrezeruarme
para cofrade de luz,
y quando ellos acauaren,
con mi candela ensendida
alunbraré a todas partes:
tendré xeneral dominio
sobre sus particulares,
y sólo les haré lunbre
quando las suias faltaren.
¡O qué buena prosisión,
y qué debotos cofrades,
y qué rremo a cada vno
si yo fuera vn año alcallde!
Bosotras damas ylustres,
vuestras desdichas son grandes,
que medís lança parexa
con las muxeres bulgares.
Las telas con que os imitan
dexaldas que ellas las rrasguen,
que vuestro zer y nobleza
no a menester engastarse,
ni tomar de oro el balor,
sino darlo a los zaiales.
Mas temo que an de seguiros
y no sé cómo os escape;
que si es por doña María,
doña Juana es la del zastre;
y si es por los escuderos,
de fuerça an de abentaxarse,
porque lleuan dos hileras
que paresen capitanes,
y ban con toda su xente
a azer en la igleçia alarde:
quatro aprendises detrás,
y otros quatro por delante,
y al más baruado de todos
le dan la mano con guante.
¡Quando entrare este entremés,
quién abrá que no se aparte!
Pues, ¡ber entrar el marido!
¡Si yo supiese pintalle!
Beréis la rrazón que tengo,
y quán justo es zelebralle:
entra torsiendo el vigote,
quita la gorra al desgaire,
y en lebantando el copete
comiensa a sacar el guante,
para poner a rrodilla,
que lo fue dos oras antes.
Yo vide en sierta ocasión
vn honbre de muy buen talle,
con vna cadena de oro
y término de honbre graue,
que sierto lo paresía
en aparato y senblante:
xubón negro, calsa y cuera,
y vna camisa de encaxe,
y bordada de abalorio
la pretina y talabarte;
bohemio de rrazo negro
senbrado de vnos cristales
que entre el finxir de su dueño,
se me finxieron diamantes;
el aderezo de la gorra
con unas perlas mui grandes,
que enlazauan la toquilla
con sus costosos engastes;
vn águila en la rroseta,
las vñas llenas de sangre,
vna esmeralda en el pecho,
y en las alas dos esmaltes;
espada y daga dorada,
con sus molduras y entalles,
donde se mostraua vn sielo
sobre los honbros de Atlante;
quatro negros de librea,
más que su señor galanes,
con bestidos amarillos
y sonbreros con plumaxes.
Quando ansí le bi benir
púseme en medio la calle,
y el sonbrero muy caído,
di lugar a que pasase.
El echó mano a la gorra,
quitómela sin mirarme
porque llenaba los oxos
puestos en el bentanaxe.
Quando pasó desta suerte,
con modo tan arrogante,
si yo fuera a buscar amo,
no pazara sin hablalle.
Otro día, de mañana,
por yr a desenfadarme
dexé tenprano la cama,
donde mis nesesidades
son madres de pensamientos
y agüelas de enfermedades;
y antes de entrar en la plasa,
descuidado deste lanze,
vi el cauallero que e dicho,
estoy por, dezir en carnes:
vn calsón lleno de mugre,
de muy basto cordellate,
vn zaio cuyos rremiendos
vnos de otros se azen;
las manos presas atrás,
como si hubieran de asalle,
porque yendo a trauaxar,
no caigan y le enbarasen.
Camisón, jubón, ni medias,
no le dio mi bista alcanze;
los brasos llenos de tinta,
como los parió su madre,
y el cuello, como tortuga,
desnudo y tendido al aire.
Quando le vi desta suerte
comensé a marabillarme:
si es éste el honbre de ayer,
no sea el diablo que me engañe;
y después que me enteré
en el rrostro, cuerpo y talle,
rreíme, Dios me perdone,
de ber aquel personaxe,
y por no soltar la rriza,
me fui la calle adelante.
¡Qué buena fuera la mar,
y amiga de xente graue,
si lo que haze con los binos,
hisiera con los linaxes,
¡que abinagrando rruines,
os buenos perfisionase;
mas son contrarios efetos
los que en estos casos haze,
que a los baxos haze nobles,
y a los nobles ganapanes;
y en las plaias de Pirú,
qué de bastardos que pare,
qué de Pero Sánches, dones,
qué de dones, Pero Sánches,
qué de Hurtados i Pachecos,
qué de Enrriques y Gusmanes,
qué de Mendosas y Leiuas,
qué de Belascos y Ardales,
qué de Laras, qué de Zerdas,
Buitrones y Zalasares,
todos son hidalgos finos
de conosidos solares!
No biene acá Juan Muños,
Diego Xil, ni Pero Sánches;
no bienen honbres humildes,
ni judíos, ni ofisiales,
sino todos caualleros
y personas prinsipales.
Sólo yo soy vn pobrete
sin don i con mil azares,
con vn nasimiento humilde,
y vn título de Juan Sánches.
No bienen a buscar plata,
que allá dexan sus caudales,
sino que por ser trauieso
perdieron sus naturales:
porque mataron vn honbre,
y afrentaron vn alcallde,
vienen a rronper el mundo
hasta eredar a sus padres,
¡como si no se supiese
que allá rrabiauan de hanbre!
Todos fueron en Castilla
amigos de personaxes,
su padre fue en vn castillo
veinte y seis años alcaide.
Y luego que entran en Lima
rrelátannos sus vïaxes,
cuéntannos sien mil mentiras,
peligros y enfermedades;
y que al salir de la barra
tubieron mil tenpestades,
y encontraron vn inglés
que les rrobó sus caudales,
y alixaron sus baúles
con las tormentas de Chagre.
Pero yo sé lo que pasa,
que bine por esa parte:
sola vna caxa metieron
con sierto matalotaxe,
vna zartén y vna olla,
ynbentoras de potaxes,
vna cuchara de palo,
atún, azeite y vinagre;
vna cama en vn zerón
arrimada al cabrestante.
Luego se ban al Virrey,
que ynporta muncho el hablalle
para dalle rrelasión
de quiénes fueron sus padres,
y vna carta de fauor
de vn cauallero muy grande,
en cuia virtud entienden
les hará mercedes grandes.
Maquinan torres de viento,
conciben mil nesedades,
vno pide situaciones,
el otro pide eredades,
el otro rrepartimientos,
otro pretende cazarse,
el vno pide Ariquipa,
el otro pide a los Andes;
i aunque así como lo piden
el Virrey se lo otorgare,
no les premia sus serbisios
conforme sus calidades,
porque en Ytalia dexaron
sus plasas de Capitanes,
y con esto que les dan
aún no pueden sustentarse.
¡Malditos seáis de Dios
enbusteros charlatanes,
entendéis que acá no ay honbres,
seruisios ni calidades!
¡Mil años biua el Marquéz,
y quien se lo aconsejare,
si quando pedís la lança
con ella os alanzeare,
y lléuele el diablo, amén,
cargado de memoriales,
si luego que se los deis,
con ellos no se linpiare!
Baian muy en ora mala,
búsquenlo por otra parte,
y trabaxen en las Yndias
como en Castilla sus padres;
y el don Anbrosio finjido,
con las lechuguillas grandes,
tome el oficio que tubo
su abuelo Francisco Hernándes;
y el otro que en Lonbardía
tubo vna escuadra de infantes,
si allá defendió la tierra,
baia allá que se lo paguen,
que en leies de presunción
se tiene por ynviolable
que sólo goze del fruto
quien lo rregó con su sangre;
y los que ban probeídos,
qué de marañas que hazen,
qué de priuanças que finxen,
qué de paseos tan graues,
qué soberuios pensamientos,
qué banas autoridades:
el yr a las doze a misa
sólo porque los aguarden,
y por lleuar el cabildo
con sus alcalldes delante,
mirar al vno con rriza,
al otro medio al desgaire,
hasiendo allá con los otros,
lo que acá con ellos hazen.
Yo sé quien me benga dellos,
mas conbiene que lo calle;
y aunque acá lo rreberençien,
no baya a sus potestades,
que no le conoserán,
y saldrán a apedrealle.
El modo de granxerías
mexor es disimulalle
por si yo fuere algun día
vno destos satanazes,
que tanbién e yo seruido
y se me deuen mis gaxes
y tengo mis pretensiones
con mis puntas y collares,
y e dado vna buelta al mundo
como la de Magallanes.
Pero no me ayude Dios
si ello ba a dezir berdades,
si mi espada se a teñido
con todos estos vïaxes,
y aunque tengo dies heridas,
que todas fueron mortales.
Confesemos lo que pasa,
y sean todas claridades:
no las saqué de la guerra
sino de mis libiandades.
Batallas he yo tenido,
rrecuentros y enemistades:
no en la costa del ynglés,
sino en la de mis comadres.
Nunca e sido sentinela,
ni fui a guardar el bagaje,
ni sé si la rretaguardia
se pone atrás o adelante,
y por mangas yo no entiendo
sino las que corta el sastre.
Vna bes fui en Tucumán
debajo del estandarte,
atronado de tronpetas,
de pífanos y atabales;
y caminamos tres días,
vnos llanos adelante;
fundamos vna çiudad,
si es çiudad quatro corrales;
y quando el Gouernador
tubo nonbrados alcalldes,
hísome Jues Ofiçial
de las hasiendas rreales.
Juntámonos en cauildo
todos los capitulares,
y escriuimos al Virrey
vn pliego de disparates:
que por franquear el sitio
para pueblos y eredades,
fuimos con muncho trauajo
para rronper adelante;
que peleamos tres días
con veinte mil capaianes;
salimos munchos heridos
sin auer quien nos curase;
que en pago deste seruisio
nos acudieses y onrraze,
enbiándonos esençiones,
franquezas y liuertades.
Mas pues biene la Quaresma
y tengo de confesarme:
yo rrestituio la honrra
a los pobres naturales,
que ni ellos se defendieron,
ni dieron tales señales;
antes nos dieron la tierra
con muy buenas boluntades,
y partieron con nosotros
de sus asiendas y ajuares;
y no me dé Dios salut
si se sacó onza de sangre;
y en esto de pretensiones
sí tiene de aprobecharme:
como a otros balen mentiras
bálganme a mí las berdades,
aunque con aber tan pocas
son muy poco lo que balen.
Bosotros soldados pobres,
solos, tristes, miserables,
los que sin yr a palasio
andáis por los arrabales,
y en conseruar vuestras vidas
mostráis ynxenios más graues
que Juanelo en su artifisio
y en los rreloxes que hase,
que él saca el agua del rrío,
vosotros el pan del aire.
Aborresidos del mvndo,
corridos por las ciudades,
hechos fantasmas de noche
y de día mendigantes,
de los casados zelosos
enemigos capitales.
Perdonaldes su rrencor
que al fin coméis de sus carnes:
ellos abrieron la tienda
en que bosotros conprastes,
en sus despensas comistes,
en sus saguanes senastes;
bestistes a costa de vnos,
y a costa de otros calsastes;
y alguna bes que faltaron,
en su cama os acostastes;
y viniendo de la guerra
en su casca desarmastes,
y os saludaron las aguas
quando a sus fuentes llegastes.
Oyd deste conpañero
mil abisos inportantes,
que a rronpido todo el mundo
para alcansar lo que saue.
¡O qué trauaxosa vida,
o qué lástima tan grande,
qué conpasión os tendrá
quien se llegare a escucharme!
¡Qué batallas de fortuna,
qué de golpes, qué de sangre,
qué de presunsiones banas,
fundadas en disparates!
Quántas beses bais al rrío
a ber si ay quien os laue,
de quántas negras sois negros,
de quántas mestisas, paxes,
de quántas feas, escuderos,
de quántas yndias, galanes,
de quántas negras de noche
tomáis el plato en la calle,
a quántas hurtáis juguetes
para dar en otras partes.
Qué almidonados los cuellos,
las camisas sin labarse
porque tienen más banderas
que el entierro de vn infante.
Desdichado el de bosotros
que para calificarse
gasta la vida en la guerra,
sin dormir ni desnudarse;
y el bellacón que se ocupa
en exersisios ynfames,
canonisado del bulgo,
ba el domingo a pasearse;
y si a su lado os ponéis,
dise que sois vn vergante,
y todo el pueblo le acude,
y a bos no os acude nadie.
Cosa vil es la nobleza,
pues tales efetos haze;
busquemos todos ofisios,
que ellos dan las calidades.
Vna cosa sertifico
a los que andáis de lebante,
que el pan más caro de todos
es el que coméis de balde,
que no le abéis bien comido,
quando a los oxos os sale;
por él perdéis vuestro gusto,
por él negáis vuestra sangre,
porque si a la messa tratan
que es vn moro vuestro padre,
abéis de desir que ssí,
o dexar el ospedaxe.
Si el güésped llora sus duelos
de fuersa abéis de ayudalle,
y quando biene contento,
rreir y lisonxealle,
de suerte que vuestro gusto
sea de cortar a su talle,
porque si mostráis tristeza
sois vn maxadero graue;
si abláis por dalles contento
os motexan de truhanes;
si está rrota la camisa
disen que sois miserable;
y si os ponéis vna pluma
preguntan de dónde sale.
El cuidado que tenéis
de quitar la gorra al sastre,
hablar con el sapatero
el sáuado por la tarde
porque os fíe las hechuras,
y os enbíe quien os calse.
Qué buen honbre es el pulpero,
qué saue hazer de amistades;
qué hermosa la pulpera,
y qué nobleza tan grande
porque os fía el anchobeta,
el plántano y el pacae,
alfalfa para el cauallo,
y asemita para el paxe.
Dos años a que la quiere
el otro pobre pecante,
y por su muncho labor,
nunca osa declararse,
y el que no saue este ofisio,
qué passa de tenpestades,
qué de temores le sercan,
qué de vientos lo conbaten.
El sapato le da boses,
y le apersiue a rremate,
y el balón de pura rriza
viene a obligar, a lloralle,
y a no cubrille, descubre
mil secretos ynportantes,
la capa, saio y camissa,
y el jubón por otra parte,
el sonbrero y la toquilla,
la espada y el talabarte,
que estas heridas del tienpo
son en el pobre incurables.
Luego imaxinan quimeras,
comiensan a hazer balanzes,
hasta que melancolías
trabajos y enfermedades
echan vnos a la guerra,
otros en los ospitales,
donde toman el camino
para el tribunal más graue,
siguro asiento de pobres
pues en la tierra no caben.
Que ya el padre engaña al hijo,
y el hixo vende a su padre,
y el que su amistad me ofreze,
para algo quiere enlazarme,
que si no me a menester,
no ayáis miedo que me hable.
Qué fásil es en promessas
y en “Vuestra Merced me mande”,
en darme las buenas pascuas,
y quando bengo, abrasarme:
“cómo está Vuestra Merced”,
y viniendo a bisitarme,
desirme que está corridos
o de que no quiero ocupalle,
y que su hasienda y persona,
aunque es poco lo que bale,
sienpre que por mí se ofresca
tiene de sacrificarse;
mas en esta confianga,
ningún cuerdo se abalanse,
que se hallará muy atrás
quando esté más adelante.
Si caigo enfermo en la cama
en todo el año lo sauen,
porque si me he de morir
no ay para qué visitarme,
y quando me ben en pie,
cómo finxen enoxarse:
¿por qué no los abisé
para benir a curarme?
Qué pecho, si es noble, abrá
que no crea estos dislates,
y ban fisgando de mí
antes que de allí se aparten;
pues si cobráis vn amigo,
qué carisiador y afable,
en qué amorosos principios
comiensan las amistades:
visítaos por la mañana,
aconpáñaos por la tarde;
oy os conbida a comer,
mañana a truques i naipes;
oy juega cañas con bos,
mañana buelue a enzaiarse,
ya os lleua a güertas de día,
y de noche a pasearse;
y para confirmasión
la puerta del pecho os abre,
y a la hermana de su gusto
le pide y rruega que os ame,
porque entre tanta hermandad
los pensamientos se hermanen,
y más juntos que los cuerpos
se muestran las boluntades;
y al cabo de quatro días,
si tanto tienpo durase,
boluiendo a mirar a Troia
aún no beréis las señales,
que todos sus obeliscos,
capiteles i omenaxes,
son blandas i tiernas flores
que al primer viento se caen.
Yo alcanso por espirençia
que no ay negosio durable
ni bínculo de amistad
que el tienpo no lo desate,
que el pecho de más asiento
se muere por nobedades,
porque son sus mouimientos
humores asidentales,
arrebatadas tormentas,
peligrosos bendabales,
la entrada llena de encuentros
oy la salida de azares.
Yo soy coluna y padrón
de susesos exenplares,
y vn almasén de Fortuna
lleno de sus bariedades,
y argolla que trae al cuello
por castigo de sus males;
y mi bos la canpanilla
para que todos se guarden.
Yo soi la cauesa ajena,
exenplo de caminantes,
que por señas, en silensio,
da boses al ynorante.
Pues mi barua se moxó,
que no estaua en mala parte,
no están muy lexos las suias,
como disen, de pelarse.
Yo del rretablo del mundo
adoré la falssa ymaxen,
y aunque le di la rrodilla
y le ofresí basallaje,
ya con las aguas del sielo
boy xauonando su almagre.
De su rrespetado tenplo
beneraba los altares,
doblaua sus hornamentos,
y madrugaua a insenzalle;
mas ya el ydólatra gusto
dexó los rritos bestiales,
echó sus aras por tierra,
y profanó los altares.
Olbidó sus seremonias
y las oras ynfernales,
por ocupar las que quedan
en exersisios loables;
derriuó sus edefisios,
sus torres y canpanaxes,
y a sus propios henemigos
dió libremente las llaues.
Yo aconpañé su esquadrón
con la ynsinia tremolante,
descubrí nuebos caminos,
espuné lo inexpunable,
allané fuertes castillos,
gané siguras siudades,
con balas de blanda zera
rronpí muros de diamantes,
batí en mi rreyno moneda,
hallé quien me la tomase,
entablesí nueuas leyes,
sembré costumbres y traxes,
nueuos modos de biuir,
nueuo contrato y lenguaje,
enmudesí los discretos,
y di lengua a los saluaxes,
formé nubes en la tierra,
y edefisios en el ayre;
con amigos hise treguas,
y con enemigos pazes.
Cursé la escuela de Vlises,
acredité la de Marte,
fui con franseses fransés,
alemán con alemanes,
consideré las estrellas,
desentrañé minerales,
pregoné guerras injustas,
acresenté enemistades,
deste arte biuí, si es vida
la que tan mal se rreparte,
con más dioses que vn exiçio
y más sin Dios que vn alarue.
¡Silensio pluma, callemos,
no pasemos adelante,
detén el airado filo,
que lo manchará la sangre!
Basta tocar estas cosas,
otro abrá que las acabe,
aunque es ablar en disiento,
y echar sermones al aire,
que sólo pueden seruir
de llamas en que te abrazes.
A buen tienpo te rrecoxo,
dexemos negosios grandes,
que son más para sentirse,
que no para publicarse;
y pues tienen los prinsipios
donde hubieran de acauarse,
perdonen lo poco dicho,
por lo muncho que callaste,
pues basta para con ellos
que entiendan que lo alcansaste,
que troncos enbexesidos
son duros para cortarse,
y despresiando el cuchillo
sobre sus azeros nazen.
¡Paso atrás, tened la
¡Paso atrás, tened la rrienda,
no sea el diablo que me engañe,
dexemos en paz la tierra,
no quiero pleitos con nadie!
Pues ya me desencanté
quiero siguir mi viaxe,
y con fuersa de rrazón,
al tienpo del enbarcarme,
contenplando en la rriuera
sus disiertos arenales,
diré con boses al sielo,
si al sielo mi bos llegare:
¡O tierra de confusión,
fuego del sielo te abraze;
ante Dios te pediré
dies años que me osurpaste,
y desta joia perdida,
tengo por paga bastante
el bien del conosimiento
y la gloria de dexarte!
Sola vna congoxa lleuo,
que el corasón me deshaze:
si en el tienpo que cursé
la escuela de tus maldades
alacranó mi salut
el contaxio de tus aires,
porque si boy desta suerte
no abrá fiera que me aguarde,
ni trataré con las xentes
quando a mi patria llegare,
oy me serrarán las puertas
como atocado de landre.
Dos prendas quedan en ti,
que pudieran obligarme
a negar lo que me lleua,
para boluer a buscarte,
mas tú las tratas de suerte
que no las conose nadie,
porque no son de tu seta
ni aconpañan tu estandarte.
No quiero desir sus nonbres
por no azerte bien tan grande
y porque de tu malisia
no puede nada fiarse,
que conbertirás mis flores
en tu benenoso vltraxe.
Basta que por caussa tuia
boi obligado a llorarte,
por dexar entre tu escoria
oro de tantos quilates.
Si las quisiese soltar
su fortuna de tu cárzel,
con sangre del corasón
pagaré yo su rrescate;
pero pues no puede zer,
adiós diuinos pilares
que sustentáys de mi sielo
los edefisios rreales.
Para mi satisfasión
conbiene que me declare,
que si llegado a Castilla
por el Pirú preguntare
es porque quedáis en él
para sólo conserualle;
y si dentro de mi pecho
otro cuidado lleuare,
sea tenido por traidor
en quantos casos tratare;
y mirando mi persona
de la manera que sale,
boluiendo a tierra los oxos,
a darnos el “buen vïaxe”,
por prinsipio de mi gusto
y por fin de mis pesares,
soltando al viento la bela,
diré Rrequiezcat in paze.

2019-04-14T21:00:41+00:00

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