Un día con Perico riñó Juana

PERICO Y JUANA
– l –
Un día con Perico riñó Juana
por no sé qué disgusto o fantasía:
pero antes que pasase una semana
ya de tanta altivez se arrepentía:
con el zagal querido más humana,
volver quiso a entablar buena armonía,
y para hacer las paces mano a mano.
dióle una cita, que él aceptó ufano.
– 2 –
Una fresca mañana del otoño
madrugó Juana, y desde el pie pulido
hasta el dorado pelo de su moño,
de un traje más hermoso que lucido
adornada salió: junto a un madroño,
que en el sombrío valle está escondido,
risueño el rostro y el oído atento.
esperando a su amante tomó asiento.
– 3-
Viendo después lo mucho que tardaba,
y que era solitario aquel paraje.
segura de que nadie la miraba,
alzó de las enaguas el encaje.
Descubrió, pues, la maravilla octava
que ocultaban las sombras del ropaje,
y ató en la pierna una encarnada liga:
pero. ¡Qué pierna. Dios se la bendiga!
– 4 –
Perico. entre unas ramas, [de] Juanilla
curioso observa tan hermosa planta,
y admira la robusta pantorrilla,
y del pie la estrechísima garganta.
¡Qué redonda y nevada es la rodilla!
¡Cómo los ojos, y aun el alma, encanta
del corto zagalejo aquel calzado,
la blanca media y el azul cuadrado!
– 5-
Llevaba tan delgada vestidura.
que casi estar desnuda parecía:
la ágil cadera. el muslo, la cintura,
todo el lienzo sutil lo descubría:
dos hemisferios de gentil hechura,
en que un rollizo globo se partía,
formaban tiernos y elevados bultos
que no pudo el brial tener ocultos.
– 6-
Arrebatado del impulso ardiente
de la imaginación y los sentidos,
salió el joven gallardo, y de repente
con brazos amorosos y atrevidos
ciñó la ninfa: señaló en su frente
la estampa de los labios encendidos.
y el dulce fuego que alteró sus venas,
esto le permitió decirle apenas:
– 7-
«Deja que bese el blanco y liso pecho
que a la nieve ha robado la blancura:
¡qué alto y bien dividido!, ¡qué derecho
sin sufrir de cotilla la clausura!
¿De qué tierno marfil estará hecho
el cordón de esa enana dentadura?
¡Qué dicha -repetía el fino mozo-
en un abrazo mil deleites gozo!»
– 8 –
Ella, que enojadiza y desdeñosa
mostrarse acostumbró tal vez por gala,
nególe aquella boca. que de rosa
el color tiene y el olor exhala,
y huyendo de sus brazos presurosa,
poco menos le envió que en hora mala:
él que la entiende, al verla descontenta.
finge serenidad, calla y se ausenta.
– 9 –
Sola queda la niña, y ya reniega
de sus caprichos y melindre raro:
«No, dice, no es verdad que el amor ciega,
cuando en tales escrúpulos reparo:
la que al dueño que adora no se entrega,
la que su corazón le vende caro,
no merece los gustos de Cupido,
sino que su beldad muera en olvido».
– 10 –
Parte tras su galán, y le divisa
vuelta la cara a un roble, y despachando
diligencia no limpia, aunque precisa:
estaba él… sí lo diré … meando:
escondióse la moza a toda prisa
a observar de Perico el contrabando,
y. haciéndole cosquillas el deseo,
se chupaba los labios de recreo.
– 11 –
Salen a la luz pública, por fin,
las crecidas insiquias del varón,
con una cebolleta de carmín
en un tallo más blanco que algodón,
menudos como el césped de jardín
negros rizos asoman al calzón,
y ocultos dos renúnculos se ven,
que no dejó el faldón descubrir bien.
– 12 –
Apenas el zagal regado había
el grueso tronco. cuando, descuidado,
sintió que el cuerpo por detrás le asía
un bello brazo de su dueño amado:
y forcejando entonces a porfía.
cayeron ambos en el verde prado.
él sin botón alguno en la braguera
y con las faldas ella en la mollera.
-13 –
No de otra suerte la sutil caterva
de floridos poetas imagina,
que en la edad de oro la mojada yerba
sirvió de lecho al hombre, y que la encina,
que de vientos y soles le preserva,
de tálamo nupcial era cortina:
si este era el siglo de oro, a fe que Juana
lo logró con Perico esta mañana.

* (Ello es que hay zancadillas muy felices,
y así el mancebo, como más forzudo.
cayó sobre la niña de narices,
y ella que siendo débil menos pudo,
de espalda en tierra dio: que estos deslices
padece el sexo frágil a menudo:
si bien la que en luchar fuerza no tiene,
seis arrobas después mejor sostiene.)
– 14 –
El dulce peso del mancebo siente.
y en el desnudo muslo y la rodilla
recibe su calor, mueve impaciente
del empeine la suave almohadilla,
provoca al valeroso combatiente
con saltos de lasciva rabadilla,
juntando el labio a las mejillas tiernas,
enlazando ambos brazos y ambas piernas.
– 15 –
¡Con qué desenvoltura, cuán risueña
al nervio altivo echó la blanca mano!
El era corpulento, ella pequeña,
empinarlo intentó, pero fue en vano:
ya con el dedo práctico le enseña
el paso del estrecho gaditano,
y ofreciendo al bajel la senda clara,
las dos columnas de Hércules separa
-16-
Aquel angosto y delicioso ojal,
con los bordes teñidos de clavel,
entre dos blancas rocas de cristal,
más rubio el crespo pelo que oropel,
aquello en que unos dicen hallan sal
y otros son de dictamen que hallan miel,
con mil cosquillas y respingos mil
hospedó el instrumento varonil.
– 17 –
Y mientras con caricias regaladas
palpa el joven los pechos de la moza,
con las dos, que le cuelgan, arracadas
el tacto de la pícara retoza;
dale tiernos pellizcos y palmadas,
se empina, se columpia y se alboroza,
y al cabo ya no sé que la sucede,
que en éxtasis suspensa hablar no puede.
– 18 –
La dulce boca, inmóvil, medio abierta,
con la lengua cogida entre los dientes,
a lanzar mil suspiros sólo acierta
en lugar de dar ósculos ardientes;
la vista con los párpados cubierta
y si no expira Juana, por lo menos
le ha dado un paroxismo de los buenos.
– 19 –
Pero. ¡ah! ¡gracias a Dios, que resucita … !
Pronto se ha serenado … no, no es cosa …
¿cómo abre ya los ojos? … ipobrecita! …
¿qué tal? ¿estás mejor? … duerme. reposa,
antes que el accidente se repita.
¡Ay, ay! iqué enfermedad tan contagiosa!,
¡pegósele a Perico! … ¡Vaya, vaya …,
también el angelico se desmaya …!
– 20 –
Ella. que ya por experiencia sabe
la causa de aquel mal, su especie y cura,
viendo que cada vez era más grave
del zagal la amorosa calentura.
con un meneo de caderas suave
le ayudaba a sudar con tal blandura
que la inundó al instante dentro y fuera
de copioso sudor la delantera.
-21-
Aquí de los amantes abrazados
alegremente suspendió el oído
el coro que formaban acordados
los jilgueros del valle, y el ruido
de un manso arroyo, a que ellos ocupados
no habían hasta entonces atendido,
y susurrando el céfiro halagüeño,
embargó sus espíritus el sueño.
– 22 –
A este tiempo un pastor que la espesura
penetraba, guiando su vacada,
en divertida y cómoda postura
encontró a nuestra gente embelesada;
de la dormida y lánguida hermosura
el pecho de Perico era almohada,
enredados los muslos dél y de ella,
y sin pañuelo su garganta bella.
– 23 –
Riendo, dijo el pastor: «¡Por vida mía!
¿son éstos los que quieren que se crea
que hay en ellos mortal antipatía?»
Convoca allí las mozas de la aldea,
y señalando a Juana les decía:
«Mirad como ésta su beldad emplea;
aprended a hacer paces; niñas, niñas.
así habéis de dar fin a vuestras riñas».

INFORMACIÓN

Autor/es:

Forma métrica:

Fuente/s:



Ver comentarios sobre el poema

2019-10-09T19:27:32+00:00

Deja tu comentario

Centro de preferencias de privacidad

Estrictamente necesarias

Cookies necesarias para el correcto funcionamiento de nuestra web. Por ejemplo, necesitamos que unas cookies estrictamente necesarias estén habilitadas con el objetivo de guardar tus preferencias sobre el uso de cookies. Si deshabilitas esta cookie, no podremos guardar tus preferencias. Esto quiere decir que cada vez que visites nuestra web, tendrás que volver a habilitar o deshabilitar las cookies otra vez.

wordpress_test_cookie, gdpr[allowed_cookies] gdpr[consent_types], fusionredux_current_tab, CONSENT

Estadísticas y análisis

Cookies de análisis de terceros. Estas cookies son generadas por Google Analytics. Google almacena la informacion recogida por las cookies en servidores ubicados en Estados Unidos, cumpliendo con la legislación Europea en cuanto a protección de datos personales y se compromete a no compartirla con terceros, excepto cuando la ley le obligue a ello o sea necesario para el funcionamiento del sistema. Google no asocia su direccion IP con ninguna otra información que tenga.

_ga

Analytics

Other