SONETO
Una mujer del mundo, entrada en días
y salida de amor por muchas partes,
a las diez de la noche andaba un martes,
buscando, según dijo, a su Macías.
Y como estas marquesas son las mías,
sin revolver de Sócrates las artes,
jugamos llanamente dos descartes,
venciendo de la carne mil porfías.
Cortáronla gran parte cuando moza,
y con faltalla un lado, me pedía
ocho reales en plata o en menudos.
Díjele yo: “Mi bien, guarde su loza,
hinchamos las medidas a porfía,
démelo entero y tome dos escudos”.
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