El calificativo “cernedor”, aplicado a gorrión, admite una lectura literal, pues según el DRAE, una de las acepciones de “cerner” (preferentemente en forma pronominal) es “Dicho de un ave: Mover sus alas, manteniéndose en el aire sin apartarse del sitio en que está”.
Sin embargo conviene no olvidar que el campo semántico del trigo, la harina, el molino y el molinero aparece de modo recurrente en muchos textos de nuestro Siglo de Oro. Cito una escena de La segunda Celestina, de Feliciano de Silva: Celestina está con una de sus presas (Zenara) cuando llega el marido, y para disimular su actividad, Celestina finge que es de los celos de la esposa de lo que estaban tratando: “a la verdad, señor, pensava la señora mi comadre que tú y yo que andávamos entendiendo en hazer mala harina, e yo estávala diziendo que, si esso huviera de ser, que en tiempo que los cedaços estavan más nuevos huviéramos cernido, que ya, mal pecado, ni tú puedes masar ni yo puedo darte de heñir.” (Ed. Consolación Baranda, Madrid, Cátedra, 1988, p. 175). A la luz de esta salida de la vieja Celestina, se entiende mejor la prevención que don Quijote tiene sobre los “cernidos” de Dulcinea y la broma de Cervantes en la elección de las dos figuras legendarias con las que comparar a su dama: “Todo esto he dicho para que nadie repare en lo que Sancho dijo del cernido ni del ahecho de Dulcinea, que pues a mí me la mudaron, no es maravilla que a él se la cambiasen. Dulcinea es principal y bien nacida; y de los hidalgos linajes que hay en el Toboso, que son muchos, antiguos y muy buenos, a buen seguro que no le cabe poca parte a la sin par Dulcinea, por quien su lugar será famoso y nombrado en los venideros siglos, como lo ha sido Troya por Elena, y España por la Cava, aunque con mejor título y fama”.