Catalina, una vez que mi mollera
se arremangó, la sucedió… ¿Direlo?
Sí, que no se la pudo cubrir pelo.
Si no se da a casquete o cabeller,
desenvainado el casco, reverbera;
casco parece ya de morteruelo
y, por cubrirle, a descortés apelo,
porque en sombrero perdurable muera.
Porque la calva oculta quede en salvo,
aventuro la vida, que yo quiero
antes mil veces ser muerto que calvo.
Yo no he de cabellar por mi dinero;
y, pues de la mollera soy cuatralbo,
sírvame de cabeza mi sombrero.
Respecto al nombre de Catalina, Jesús Sepúlveda comenta: [el nombre de Catalina en] “el Refranero encubre alusiones jocosas. En concreto, se trata de un nombre habitualmente relacionado con la esfera de lo escatológico y de lo sexual, pues incluso actualmente designa mediante eufemismo el «excremento humano». De este significado derivan probablemente otros relacionados con la cobardía y el afeminamiento, como atestigua el célebre desahogo de don Juan ante las indeseadas advertencias de su criado: «Catalinón con razón / te llaman”. CFr. “Con un soneto de Quevedo: léxico erótico y niveles de interpretación”, La Perinola, 5, 2001, p. 292.