Anilla, dame atención

Anilla, dame atención,
que es dádiva que no empobra,
mientras que, Cultipicaña,
mi Musa se desabrocha

Fue Hércules cazador
de vestiglos y de gomias,
viendo que sierpes y hydras,
no hay demonio que las coma.

Conocido por la maza,
como si fuera la mona:
hombre de Carnestolendas,
con daca lo que te estorba:

Muy preciado de trabajos,
que es una muy buena cosa:
ganapán del Non plus ultra
y esportillero de rocas:

Después de haber desuñado
á la Selva Calidonia,
y sacado los colmillos
al que en Erimanto rozna:

Muerto al hijo de la Tierra
con zancadilla de horca^
pues con los pies en el ayre
sus brazos le fueron soga:

Dio con todas sus brabatas,
y con tantas valentonas,
en Joles, una mozuela,
ni bien cuerda, ni mal loca.

Esta, pues, quiso vencer
al que vencedor se nombra;
y á tan honrada zalea
se puso á hacer la mamona.

Embutióle en una saya
piernas y patas frisonas,
y tabicóle con yeso
de sus mexillas la alhombra.

Púsole una gargantilla
en su garganta la olla,
tinajas por arracadas,
y por tembladeras horcas. .

Engalanóle las liendres
con lazadas y con rosas,
y espetándole una rueca,
el jayán hilaba estopa.

Dióle por uso una biga
con quintales de mazorca,
y enseñósele á baylar,
á manera de peonza.

Era de ver al Salvage,
hecho una Parca barbona,
escupiendo las pagitas
con la geta melindrosa.

Descalzábase de risa
con verle la picarona,
besar la estopa fruncido,
que parece que la coca.

Con las barbas y el hilado
pudieran echar ventosas.
¡O lo que se holgara Caco,
si le viera con axorcas!

De zelos de estas finezas,
otra maldita Mondonga
una camisa le viste,
tegida con peste y roña.

Murió el asnazo en camisa.
Aplícalo, Anilla y agora,
pues en camisa me dexan
tus embestíduras sordas.

Hilé; y si hubiera hilado
delgado, en dar lo que achocas,
la Encamisada de Alcides
no celebrara mis honras.

Yo me doy por bien desnudo
de tu bandolera sorna:
acuéstala ; mas no entierres
la desnudez que ocasionas.

Si la Luz truxo arrastrando,
como otros suelen la soga,
tras Dafne el Sol quadrillero
con mas saetas que joyas:

Si la corrió como liebre,
y se corrió como zorra,
de que la dixese: ¡Aguarda!,
y no la dixese : ¡Toma!;

Y si en competencia tuya
era Dafne carantoña.
Ninfa que los escabeches,
y las aceytunas ronda:

Siendo tú el Sol, ¿con cuál ansias
volaré yo quando corras,
pues con las alas del viento
pensaré que llevo cormas?

No te transformes en árbol;
mas si en árbol te transformas,
acuérdate del ciruelo,
y del que lleva bellotas.

En Precio se llovió Jove
para gozará la otra;
que en la torre , como tordo,
pasaba la vida tonta.

Para ser bien recibido
el dios se vistió de bolsa.
baxó en contante del Cielo,
y á lo Mercader negocia.

Sabe que temen sus perros,
mas que los rayos que arroja;
que numerata pecunia
no le renuncian las novias».

Vino en paga, y vino bien,
que tiene muchas quejosas,
y al Tonante sin dinero
le llamarán poca ropa.

Habló por boca de ganso
á Leda ; y con la tramoya
de plumas blancas y pico»
dios avechucho engañóla.

Pagó, cual si fuera Invierno,
en niebla á otra dormilona;
y de puro bien mojada,
quedó buena para sopa.

Pues si era Danae muger,
qual vinagre por arrobas,
en solas las piernas magra,
y en todo lo demás gorda;

Con cuánta mayor razón
me desharé en lluvia roja
sobre tus faldas , y en minas
podrás decir que me cobras?

Convirtióse en Hucho-hó
el mismo Dios por Europa,
que se convirtió mas veces
que una muger pecadora.

Y con su moño de cuernos
y con su cabeza hosca,
con su nuca, y pata hendida,
muy Toro en las demás cosas,

Junto Toro y Toreador,
(¡quién vio cosa tan impropia!)
para ponerla el rejón,
a la muchacha retoza.

Ella, que era agradecída
de sofaldos y lisonjas,
en vez de arrojarle capas,
sus propias faldas le arroja.

Muger, que por pasearse,
en un Toro se acomoda,
qué hiciera por ir al prado,
hartándose de carroza?

El dios Toro, como bobo,
del Mar se llegó á las ondas,
y dexando atrás la orilla,
empezó á tomar la boga.

Hízose nave cornuda,
hizo la cabeza popa,
de sus cabellos la vela,
y de sus ancas la proa.

El Mar, alcahuete entonces,
hizo colchones las olas;
que ya por padre de Venus
le tocaba la coroza.

Porque no se marease,
enderezó su corcoba
la mareta, y esclavina
pareció la orilla en conchas.

Neptuno, en viéndolos, dixo
á gritos: ¡Ande la loza!,
que la loza en los refranes,
las piernas nunca las dobla..

Tomó tierra de una Isla,
y luego en tierra tomóla,
y con huéspedes y huesos
dexó el vientre á la chicota.

Pues si por una gabacha,
entre vaca y entre tora,
el grande Júpiter brama,
á riesgo de que le corran:

Por ti, que retas los Signos,
con los que cierne tu cofia,
cuyo talle, y cuyo brío
no es nísperos lo que mondan,

Convertiréme en ceniza,
pues tus Soles me abochornan,
aunque el Miércoles Corvillo,
entre las cejas me ponga.

Paris el catarribera,
que en Ida juzgó á la diosas,
y dio á Venus la manzana,
viendo á Palas en pelota.

Si te viera, de su pomo
á nadie diera chichota,
que á las otras le tirara,
y á tí te le diera sola:

Quedaran por Marimantas,
y á tu luz por Mariposas,
y á la buscona de Chypre
sin duda la diera cola;

Y al fin, masque cien mil ninfas
valen, Anilla, tus lonjas,
pues barbas jurisjueces
sabes gastar por escobas.

Mas vale un bullicio tuyo,
que quantas metamorfosias
en las cañas flautas silvan,
y en las abubillas roncan.

Los botes de tu mirar
no hay corazón que no rompan,
ni talego que no chupen,
ni joyero que no sorban.

Yo lo digo; y si dixere
algún Filósofo en contra,
sin exceptar á ninguno,
le desmiento por la potra.

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2019-11-01T19:19:16+00:00

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