Picarilla, Picarilla

Picarilla, Picarilla,
hermosa como taimada,
tú que corres la pareja
con ser bella y ser bellaca.
Dices que no has de quererme
y yo, fingiendo esperanza,
pretendo pintarte sólo
para verte retratada.
Del cerro del Potosí,
hebras doras tan delgadas
que el uso de la razón
pienso que te las hilaba.
Tus peinaduras mendigan
de Jerusalén las calvas,
porque el duro de Absalón
en tu cabeza se halla.
Mas, con ser cabello el tuyo,
no querrá entrar en batalla,
que aquel era una madeja
y se andaba por las ramas.
Cómo ha de igualar tu pelo
ninguna guedeja humana,
si aún a los cabellos de ángel
les dijiste calabazas.
No es tersa tu frente sola
que, lo bruñido que alcanza,
como lo tienes en frente
también lo tienes de cara.
Sobre tus ojos reñían
dos sierpecillas doradas
y, cejando para el choque,
hechas arcos se amenazan.
Aunque dicen, niña mía,
que las verdades amargan,
esta vez a tus orejas
se las dijeron de nácar.
Dos alanos de diamantes
te embistieron arracadas
que, como nadie te ocupa,
te reputaron por vaca.
Afuera, afuera, clavel,
azucena, aparta, aparta,
que de dos carrillos hace
carros triunfales el alba.
Para procesión de perlas,
colgó las calles de grana
tu boca, cuando su aliento
sirvió de incensario de ámbar.
Y, en tanto que se difunde
por el aire su fragancia,
para gozar de la fiesta
tomó la nariz ventanas.
Tu nariz, digo aguileña,
que, hechas tus mejillas aves,
águila sube al registro
de luces, y de pestañas.
Si ya no es halcón valiente
que, con plumas alentadas,
con airosa punta quiere
prender dos estrellas garzas.
Sepultado tengo el gusto
en el hoyo de tu barba,
que es por quien dijo mi madre
lo de chico hoyo hagas.
A garrote de blancura
debes de estar condenada,
que me dicen que estás ya
con la nieve a la garganta.
No engañes con los jazmines,
tapa la pechuga, hermana,
y no descubra buen pecho
quien tiene malas entrañas.
En dos cumbres las divides
y las tienen coronadas
dos pezones tan chiquillos
que aún no saben decir mama.
Ajusta en tu doncellez
si les falta o no les falta
la leche, porque tus pechos
ya saben que son la nata.
De tus brazos, solamente
quisiera, si me abrazaran,
que nunca, aún con pan caliente,
sus lagartos me soltaran.
Murmuraré de tus manos
que, por venderse muchachas,
del juego de las muñecas
por ningún modo se apartan.
Pero antigüedad las finge
ver, que, como en edad larga,
diez dátiles de cristal
son el fruto de tus palmas.
Tan transparentes las tienes
que cualquiera luz las pasa
y, en la punta de los dedos,
hasta las yemas son claras.
La abundancia de lindezas
te tienen tan poco vana
que, olvidándote de muchas,
las echaste a las espaldas.
Aunque el talle tienes justo,
yo, de ladrón, te acusara
pues si mira gala en oros
luego se lleva la gala.
Los dos ídolos de alabastro
no han menester alabanza,
porque su hermosura todos
la tienen por asentada.
La flor de tu madreselva,
aunque no ha puesto cabaña,
dice el discurso que está
de perfecciones cuajada.
Fuerza es, que mil gracias tenga,
harto mi amor se alegrara
que fueran gracias mohosas,
sólo por verlas tomadas.
Desde aquí hasta la cintura
aún los tienes, te falta,
y quedas cabal con esto,
porque no tienes hijada.
El enigma de tus muslos
es una escondida farsa,
que a nadie se representa
estando siempre en las tablas.
Más allá de las calcetas,
recato y melindre guardan,
las piernas de más estofa
y las menos estofadas.
Bello es tu vello y jamás
de él se vieron trasquiladas,
pero que mucho, si es cierto,
que nunca fueron por lana.
Liberal te cortó el cielo
de la tela de sus gracias,
la belleza tan cumplida
que la tienes hasta en patas.
Díganlo esos bellos pies,
hechos en hora menguada,
y puesto que no han crecido
no quiero llamarles plantas.
Buscando voy por la arena
tus bellísimas pisadas,
que las sigo, como huellas,
y las beso, como estampas.
Parece, que a la Fortuna
todas las ruedas te clavas,
pues que la mala fortuna
aún no te llega a la saya.
En galas y en joyas pueden
tenerte envidia las damas
pues, siendo la que más huye,
eres la más bien parada.
Tu entendimiento desluces
huyendo, como Atalanta,
que te juzgara por tonta
quien te viera Atalantada.
Métete a mujer rompida
con la excusa de galana,
mira que lo bizarrota
es más allá de bizarra.
Cuando miro tu hermosura,
quisiera que te casaras,
si tanto el ser casta estimas,
usa los medios de casta.

2019-04-25T20:32:12+00:00

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